ALEJANDRO GÓMEZ ADIÓS A UNA LEYENDA

"El que pueda, que me siga"

Alejandro Gómez superó a Carlos Adán en el Campeonato de España de cross de 1995.
photo_camera Alejandro Gómez superó a Carlos Adán en el Campeonato de España de cross de 1995.
Compartí muchos días y muchas horas de carrera con él desde que pasé a entrenar con Julio Rodríguez en 1984. Al principio era imposible entrenar con él porque su nivel era muy alto comparado con el mío. Una vez que alcancé la categoría sénior, sí que compartí tiempo con él, especialmente en los rodajes. Las series, con los ritmos, ya las hacíamos por separado. También compartimos experiencias por el mundo adelante con la selección española. 
Para mí, Alejandro Gómez es el mejor atleta gallego de la historia y con diferencia. Un talento natural que despuntó pronto y ya realizó grandes marcas desde joven. En juvenil y júnior, con poco entrenamiento, ya alcanzó marcas extraordinarias y victorias de enorme importancia por su calidad natural. Ya mayor, a la hora de entrenar, era un superclase y, a veces, no era muy cerebral. Siempre iba al 100%. Me acuerdo de un entrenamiento de 10.000 metros que hicimos en Castrelos y yo firmé una marca por debajo de 29 minutos y él todavía más, unos 28:20 en un entrenamiento... 
En el atletismo somos competitivos. Si no lo eres, no puedes dedicarte a él porque dependes del cronómeto. En su caso, no dejaba nada en el entrenamiento. Si nos ponían un rodaje a 3:20, yo iba a eso, pero él, si se encontraba bien y podía ir a 3:10, no iba a 3:20. Era su forma de ser y, lo bueno es que, después, en la carrera no lo acusaba. Tiene marcas buenas en 10.000, en maratón, en media maratón... Sus registros quedarán durante años y años ahí antes de que alguien los pueda batir. 
En el año 1988 estaba en el sofá viendo a Alejandro Gómez en Seúl. Y me decía: ojalá yo pueda ir a unos Juegos. En esos momentos lo veía muy lejos de mi nivel, era un bestia porque con 21 años ya tenía 13:21 en 5.000 metros, que era una marca que poca gente la hizo en España. Por eso era un referente, pero también un acicate. Me acuerdo la primera vez que pude ganarle. Fue en Madrid en un 3.000 metros en el año 1990 y ahí me di cuenta de que, si le ganaba una vez, podía hacerlo más. 
Y sí, alguna más le puede ganar. Eso sí, creo que si hago el balance entero de todos los enfrentamientos, salgo perdiendo. En la categoria júnior me ganó siempre, hice un rosco. Pero en sénior sí que pude superarlo algunas veces. Recuerdo el Campeonato de España de cross que gané, que fue un podio totalmente gallego con Carlos de la Torre segundo y Alejandro, tercero. 
Llegamos a conocernos mucho y, especialmente en los Campeonatos de Galicia, sabíamos que era el máximo rival. A nivel español, ya había más gente, pero aquí había esa rivalidad. Por mi parte, el objetivo era llegar a los últimos 300 metros a su lado. No había otra táctica para mí. Al sprint, de 10 le ganaba 9, la dificultad estaba en aguantarlo hasta el final. Eso sí que era complicado. Llegué a ganarle un 5.000 en Pontevedra por 15 centésimas... Y así casi todos. 
Y, claro, en muchas carreras, no podía llegar hasta el final con él. Nos dejaba tirados antes. Me acuerdo bien del Campeonato de España de cross en Vitoria, que fue lo que hizo. Llegué en un estado de forma muy bueno y obtuve el bronce, pero resultó imposible. Al llegar al tercer kilómetro en un trazado muy encharcado, él iba como pez en el agua, y ahí nos dejó. Era su táctica de carrera: el que pueda que me siga. Especialmente así era en el campo a través porque en la pista ya no es lo mismo, es más cerebral y entran en juego los ritmos
Fuimos compañeros de profesión y de entrenamientos, aunque no llegamos a tener una relación de amistad. Cuando salió la enfermedad sí que me acerqué a él y sus allegados porque le tenía un enorme respeto. En el recuerdo quedará su figura como atleta y también como persona. En los últimos meses recibió muchos homenajes y merecidos, pero a mí me queda la duda. ¿Si no fuera por la enfermedad, el Campeonato de Galicia de 10.000 se hubiera llamado Alejandro Gómez? Los homenajes hay que darlos cuando la gente puede disfrutarlos y saborearlos. Si llega a tener salud, ¿lo hubiesen designado vigués distinguido? Que se lo hayan dado, mucho mejor porque los merecía. Pero también sería bonito que se lo hubieran dado cuando tenía salud para disfrutarlos de verdad. Creo que es cuando hay que hacerlo.n

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