Gabriel Traversa, técnico de esgrima del club Cidade de Vigo

Gabriel Traversa: "En la esgrima nunca está todo escrito y eso la hace divertida"

Gabriel Traversa, técnico nacional de esgrima, con una de sus alumnas en el Cidade de Vigo.
photo_camera Gabriel Traversa, técnico nacional de esgrima, con una de sus alumnas en el Cidade de Vigo.

Gabriel Traversa (Santiago de Compostela, 31 de marzo de 1994), técnico nacional de esgrima del club Cidade de Vigo, impartirá el próximo lunes en el pabellón de Bouzas una clase de iniciación a este deporte dentro de la programación de +Deporte Atlántico.  La inscripción sigue abierta hasta este domingo.

¿En qué va a consistir la jornada de iniciación a la esgrima del próximo lunes?

Vamos a dar un punto medio entre lo que hacemos habitualmente con los mayores y los niños que tenemos en el club y lo que hacemos con los que vienen nuevos. Que al final son cosas muy parecidas, pero la exigencia varía de un ejercicio a otro. Por ejemplo, si estoy trabajando coordinación o precisión óculo-manual, con los adultos lo hacemos con una pelota de tenis y un juego, mientras que con los niños y los nuevos utilizamos un estímulo un poco más grande. Otro es coger una comba muy grande y que vayan pasando sin que la cuerda les toque, para que aprendan que hay una ventana de tiempo en la que pueden pasar y a qué ritmo tienen que pasar.  Son los mismos ejercicios, pero de una manera más sencilla.

Porque no se necesita experiencia previa para participar en esta clase, ¿no?

No. De hecho, el Cidade de Vigo tiene muchos años, pero a raíz de que hemos empezado a trabajar más en la calle para promocionarlo, una vez que pasó la pandemia y volvió la actividad deportiva, tuvimos un montón de gente nueva que es con la que estamos trabajando ahora. Tenemos entre quince y veinte niños por clase y casi todos empezaron hace dos o tres años. Son muy nuevos.

¿Es complicado empezar a practicar este deporte?

No, al revés. Yo diría que es bastante sencillo. De hecho, en el grupo de adultos teníamos dos personas que no habían hecho deporte nunca en su vida. Y ya han ido a competiciones y están metidos en dinámica de grupo, de trabajar y de pasarlo bien. Es un deporte que no exige una condición física exageradamente buena ni tampoco una condición intelectual remarcada, como puede ser el ajedrez. Es un juego en el que las cuatro patas de la silla de un deportista -técnica, táctica, física y psicológica- en general son fáciles de aprender. Y luego, uno mismo se pone el techo. Con tres o cuatro conceptos básicos ya están tocando y pasándolo bien. Luego, a medida que vayas avanzando y tengas más hambre de aprender, se va complicando mucho más.

¿Cómo se inició usted en la esgrima?

De casualidad. A mí siempre me gustaron las películas de acción. Me crie con “Matrix” recién estrenada en los cines y con “El señor de los anillos”, así que todos los deportes de combate me gustaban. Hice kung fu muchos años pero un día me harté porque no me dejaban coger la espada al ser todavía pequeño para hacer las coreografías. Con 12 años, mis padres me dijeron que tenía que seguir haciendo algún deporte y al final escogí tiro con arco o esgrima. Como el tiro con arco no les parecía muy exigente físicamente, me apunté a esgrima. El primer día fui pensando que era esgrima antigua, que iba a ser Aragon de “El señor de los anillos”, y no era eso, sino esgrima deportiva olímpica, con sus reglas. Pero, al poco tiempo, me enganchó.

O sea, que era muy diferente a lo que había imaginado.

Sí, era diferente, pero muy divertido. Para mí, el juego consiste en ser lo suficientemente bueno para poder engañar al otro. Tener la iniciativa para que el otro haga lo que tú quieras y ganar: tender trampas, hacer creer que vas a hacer una cosa y hacer otra… Pero con un sentido muy respetuoso hacia el contrario. En eso es parecido al espíritu del rugby, que son guerreros pero también caballeros.

En esgrima hay tres armas: florete, sable y espada, ¿qué diferencias existen entre ellas?

Históricamente, el sable se enseñaba a la caballería, el florete se usaba en los entrenamientos y la espada era un poco más barroca. En la actualidad, cada arma tiene un blanco válido al que tocar. Por ejemplo, en florete sólo vale tocar en el torso. Con la espada, vale tocar en todo el cuerpo y en el sable, de cadera para arriba en todas partes, incluido brazos y careta. Después, cada arma tiene sus reglas. En espada, si se tocan los dos se da un punto a cada uno, mientras que en florete y sable si se tocan los dos hay que ver de quién es el punto. Y otra diferencia es que el florete y la espada son armas de punta. Hay que tocar accionando un botón que hay en la punta; en sable, vale con rozar.

¿Qué le gusta de la esgrima?

A mí lo que más me gusta es que nunca se deja de aprender. Yo soy técnico de nivel uno desde hace catorce años y técnico nacional nivel dos desde hace doce. Llevo tiempo enseñando esgrima y tanto en mi época como deportista como ahora enseñando nunca he dejado de aprender. Para un deportista eso es muy motivante. Además, es muy variable: no gana el más rápido, ni el más fuerte, ni el más listo. Mi sensación es que gana quien mejor sabe leer el asalto o al rival y qué necesita para ganarle a él. Si tiras con una persona muy alta, a lo mejor te interesa moverla mucho para que se canse o cometa errores. Y si alguien lleva un ritmo muy alto, intentar que lo baje o falle… Es un deporte en el que nunca está todo escrito y eso lo hace muy divertido.

¿Qué cualidades debe tener un buen tirador?

Al margen de la capacidad de trabajo y esfuerzo, hay dos grandes tipos de tiradores, los que llevan la iniciativa y los que reaccionan a lo que hace el otro. Una persona que se sepa manejar en los dos perfiles difícilmente será derrotada. 

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