Lo que unió el stick, se disfruta en Carballal

El Atlántico Hockey realizó una actividad de la mano de +Deporte que reunió a una treintena de jugadores en el campo de Carballal para disfrutar de un entrenamiento diferente con deportividad y también competitividad.
photo_camera El Atlántico Hockey realizó una actividad de la mano de +Deporte que reunió a una treintena de jugadores en el campo de Carballal para disfrutar de un entrenamiento diferente con deportividad y también competitividad.
La actividad +Deporte Atlántico de hockey hierba se realizó ayer con una treintena de deportistas del Atlántico, que gozaron de un partido intergeneracional

Llegaban poco a poco los jugadores. Cada uno a su hora como corresponde a un club amateur, de pasión deportiva y humana. A primera hora ya estaban en el campo de Carballal algunos de los más jóvenes con ansia por pegar a la bola, mucho más grande de lo que se puede intuir viendo las retransmisiones de televisión. Y, en medio, también estaba Federico que, a sus 80 años, disfruta de la vida de jubilado con el stick y tocando el esférico con suavidad y juego de muñeca. Anda por el campo con sapienza e ilusión, como casi todos por deportistas. 

Poco a poco llegan y entran al campo y llegan los saludos. “Yo jugué contigo”, “¿te acuerdas de éste?", “el otro día fuimos a un torneo para más de 55 años”… Las anécdotas se pueden escuchar y, sobre la hora, se escucha un acento argentino. “Una jugadora no, tenemos varios. Ahora se están viniendo bastantes argentinos para aquí y muchos juegan a hockey hierba”, desvela el presidente, Gaizka Garitano.

Es la familia del Atlántico, que, poco a poco, tras las obligaciones de la actividad diaria, se pone las espinilleras -que no están en desuso como en el fútbol- para saltar al campo de juego. Y es que son básicas porque los bolazos duelen y mucho. Una treintena de integrantes de la entidad olívica se junta para la fotografía de familia con la camiseta correspondiente de +Deporte Atlántico. Alguno, incluso, no llega para la foto y accede al campo en la última media hora de partidillo. Las obligaciones limitan, pero no impiden. Lo obligatorio y contingente aparta lo importante. 

 

 

Por aquel entonces, los jugadores ya están divididos en dos conjuntos diferenciados. Los de camiseta verde y los de la roja. Garitano ejerce de árbitro ausente y entrenador por momentos. “Me centro en el juego y me cuesta arbitrar”, admite. Y, mientras, se suceden las ocasiones y los goles entre equipos mixtos. Y con lo de mixtos se refiere a sexo y edades. Niños con mayores, mujeres contra hombres y adolescentes porque es una jornada para disfrutar en comunidad. 

Se marcha por la zona central uno de esos veteranos que conservan el físico superados los cuarenta. Su generación es la tercera o la cuarta de históricos deportistas de hockey hierba. Y quiere marcar gol, pero se encuentra igual de motivada a la guardameta adversaria, que tiene un día de exigencia alta porque, pese a intentarlo con acierto, parece que el equipo de camiseta +Deporte Atlántico es algo mejor que el de la elástica roja. Tiene que moverse el banquillo con frecuencia porque deben jugar todos, los pequeños y los mayores. Algunos, en mitad del campo, parecen no moverse demasiado y le cuesta llegar a las bolas. 

Tras el segundo gol de los de verde y azul llega la gran opción para los de rojo, pero al pequeño de once años se le escapa el esférico por poco cuando estaba a punto de rematar. Una pena para sus compañeros y una alegría para el portero de más de cincuenta en el carnet, pero casi novato en esto del hockey. “Me liaron para jugar”, admite y también disfruta porque “dicen que los porteros estamos un poco locos y siempre fui así”, reflexiona cargado con las protecciones. Y es que como pasa en los deportes con stick, el cancerbero es una persona blindada de protección. En las piernas, en los brazos, en el cuello, con casco… Si a las batallas los guerreros acuden con armadura, al campo de césped artificial, el cancerbero tiene una particular coraza que dobla su cuerpo. Cuenta la leyenda que, alguno, incluso mete algo de relleno para combinar la protección con el hecho de tapar más portería. La leyenda. 

Hay regates, carreras rápidas, jugadas de habilidad, muchos pases y alguna que otra bola que se marcha por los laterales. Son las cuestiones de la vida y del deporte. También lo son que el aire pronto deja de entrar en los pulmones a algún que otro veterano que se va a la banda para un merecido y necesario descanso. Unos jugadores piensan en la siguiente bola, otros en el duelo de fin de semana y, el máster 55, “en lo bien que lo pasamos en el torneo de Valencia. La paella estaba buena”. No hay mejor motivación para acudir cada día al campo cuando cae la noche en Carballal. Disfrute presente con familia y amigos y futuros eventos para deleitarse.

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