Nico Rodríguez: "El mejor día de mi vida"

Después de la rueda de prensa, Nico se prestó a una sesión de fotos.
photo_camera Después de la rueda de prensa, Nico se prestó a una sesión de fotos.
Nico Rodríguez, exultante con su bronce, revisó su vivencia olímpica: “Es diferente a todo”

En la sociedad de las prisas y los zascas se ha vuelto habitual ensalzar lo normal. Educación, amabilidad, cercanía. Conceptos que deberían ser comunes entre seres civilizados son ahora cualidades dignas de mención. Por eso, utilizando el sentido más  elogioso del término, hay que decir que Nico Rodríguez es normal. Muy normal. “Mi tiempo es vuestro”, dijo sin dudar al entrar en la rueda de prensa que ofreció en la sede de la Gallega de Vela en Bouzas. Luego habló media hora de su experiencia tokiota y dedicó otro buen puñado de minutos a  hacerse fotos con todo el mundo.

Que un medallista olímpico tenga esa naturalidad es resaltable -más aún si se contrapone con deportistas de otras especialidades-, pero sus cualidades son otras. Y esas sí que son extraordinarias. De otra forma es imposible estar entre los tres mejores 470 del cielo mundial del deporte. “Es diferente a todo”, reflexionó. “Las caras, las miradas, el ambiente. Todo es distinto”, resume, al tiempo que desvela que hay “gente que no da los buenos días”. Por eso insiste: “Es todo mucho más complicado: las decisiones pesan más y tienes más miedo al error. Nada que ver con cualquier otra competición”.

“Éramos conscientes de que íbamos a pelear por una medalla y de que se generaría un poco de presión. Pero bendita presión. Nos habíamos ganado el derecho a sentirla”, especificó, antes de concretizar lo que sintió cuando pasó la línea de meta de la Medal Race: “No sabes lo contento que estoy lo que estoy disfrutando. Es una maravilla. Un bronce que me supo a una gloria que no está escrita. No tengo manera de verbalizar lo que sentí".

Una alegría que se hizo mayor en la Villa. “Lo disfruté como un enano”, comenta el regatista, que desvela que otros deportistas le pidieron fotos. “Nunca había pensado que me pudiera pasar a mí y la verdad es que es algo precioso", proclama. 

Esa felicidad no impide al regatista del Náutico ser autocrítico, aun a pesar del éxito que supone colgarse una medalla olímpica. “Nos pesó un poco que fueran nuestros primeros Juegos con opciones. Nuestro nivel de rendimiento ha sido inferior al de otras competiciones”, reconoció. “Pero el de nuestros rivales también”, añadió, exluyendo de la ecuación Mathew Belcher y Will Ryan. “No fallaron nunca. Y en ocho días gana el que menos errores comete. Toca sacarse el sombrero”, destacó.

Efectivamente, no fue fácil. No podía ser de otro modo en unos Juegos. El segundo día de competición, se despegaron los labios del barco. “No son para besar precisamente”, bromeó Nico antes de ponerse serio. “Creo que la medalla se ganó ese día con un décimo y un sexto que a día de hoy valen más que cualquiera de los dos primeros”, expresa tajante. “Y más teniendo en cuenta que al día siguiente tuvimos una penalización y acabamos décimo cuartos”, reflexiona Rodríguez, que recuerda el intenso trabajo de reparación. “Nos dieron las 21:00 y nos echaron del club”, recuerda.

Pero bien está lo que bien acaba. Y más en la cita deportiva más grande que existe. Una idea que se refuerza cuando Nico expresó que el subcampeonato del mundo de Enoshima fue “uno de los peores días de su vida” y la consecución del bronce olímpico, “el mejor”. Sin ambages. “Que cada uno lo interpete como quiera”, deslizó con la normalidad ordinaria de un deportista extraordinario.

Te puede interesar
Más en Tokio 2020