Victoria en Balaídos ante el Almería

El Celta salva un “matchpoint”

Mingueza celebra el gol marcado en la segunda parte, que mantiene al Celta en la pelea por escapar del descenso.
photo_camera Mingueza celebra el gol marcado en la segunda parte, que mantiene al Celta en la pelea por escapar del descenso.
El Celta apostó por ir a por una victoria clave y la logró por actitud, un gol de Mingueza y un par de desgracias del Almería

Tres puntos clave. Logrados por un Celta que, por una vez, fue a buscarlos. Con más decisión que acierto en muchos momentos, pero fue. Y al final contó con que la desgracia tenía un cuerpo más debil con el que ensañarse, el del Almería, que terminó con nueve por un expulsado y un lesionado.

 

 

Había que ir. Sin excusas de planteamiento y sin exclusas en el juego. Demostrar que lo de querer la permanencia no es una pose, sino una determinación con poso. Y en esto del fútbol no hay mejor manera de demostrar decisión que teniendo el balón. Aunque habitualmente sea un recurso escénico más que el protagonista de la acción, había que reconciliarse con él, con aquello de crear a partir de la posesión. Mostrarle al Almería que se medía a un equipo dispuesto a arriesgar por una victoria clave. Dispuesto a ir.

Rafa Benítez mostró sus intenciones desde la alineación. Cierto es que Jorgen Strand Larsen y Anastasoios Douvikas no se buscan demasiado y no se encuentran nunca (o casi nunca). Pero había que marcar y los delanteros suelen ser los encargados de tal labor. Por detrás, Beltrán y Luca para trabajar a destajo pero sin repudiar el balón y Mingueza para caer hacia dentro y ejercer de pasador. A falta de Aspas, bueno es Mingueza.

Con la actitud correcta, había que concretar lo que se crease. Y ahí estuvo el problema, porque hubo mucho más balón pero la capacidad de llegada no fue correlativa. Y las primeras ocasiones no acabaron en gol. Carl Starfelt cabeceó una falta lateral ligeramente desviada antes de que en un saque de esquina, la continuación pariese un balón bombeado de Mingueza hacia la llegada de Luca de la Torre y la prolongación de éste fue rematada a gol por Bamba. Pero en el origen de la acción, el vídeo arbitraje descubrió un fuera de juego.

 

 

Aquella clave de la efectividad ya no era manejable. Había que ir más. El partido no cambiaba en su planteamiento, con el Celta explotando la banda izquierda del reaparecido Jonathan Bamba, dado que por la derecha todo el carril quedaba para un Manquillo poco preciso. También el costamarfileño, que terminó siendo básico para el Celta en el partido, comenzó frío y fallón. Pero iba. Y la cuestión era ir. Más cuando el no acierto en la primera ocasión propia se vio compensado con la ajena en un zurdazo de Langa desde fuera del área que se estrelló en uno de los palos de la portería de Guaita y, además, le concedió un segundo intento incluso más claro en el rechace que no acertó.

No está el corazón celeste para aguantar muchos sustos y sufre. Había que reactivarlo poco a poco, insistiendo en esa salida de balón desde atrás entre los dos centrales y Fran Beltrán. Construyendo y dando pasos cortos. Y antes del descanso, en otra falta lateral a favor de los célticos, Beltrán la puso y Douvikas demostró su capacidad para el remate para forzar la primera gran intervención del portero visitante, Maximiano, que iba a terminar con una buena ristra de paradas de primer nivel. 

Nadie se fiaba de nadie. Porque si el Celta tenía una gran colección de finales tristes, el Almería no había conocido ninguno alegre. Más allá del empuje, no hubo cambios en la salida de la segunda parte. Incluso se repitió otro cabezazo de Starfelt en la enésima acción a balón parado de los célticos. Sin que la sangre llegase al río.

No se podía permitir el Celta que decayese la tensión. Había que ir. Rafa Benítez sacó del campo a un Douvikas obcecado en encontrar su remate para dar entrada a Tadeo Allende en esa posición de segundo delantero, en busca de su físico y de su zancada. También el Almería remozó su ataque, tirando de Ramazani. Pero lo que realmente influyó de manera determinante en el partido fue la expulsión de Langa en otra escapada de Bamba, que en esta segunda mitad halló el acierto para sumar al empuje. El mal gesto del lateral visitante fue castigado por el árbitro.

Era el momento del partido, casi de la temporada. Si antes había que ir, ahora era obligatorio sumar. Y se evitó el estallido de nervios gracias a un inesperado zapatazo de Óscar Mingueza desde fuera del área. Un balón tan ajustado a uno de los palos que lo golpeó, pero para irse hacia dentro. Era el minuto 72.

Faltaba mucho, quizás demasiado teniendo en cuenta lo sucedido en los tres duelos previos con los minutos de descuento. Pero la desgracia, que tantas veces ha preferido al Celta este curso, le tiene más aprecio al Almería, que tuvo que acabar con uno menos y con un lesionado sobre el campo. Demasiadas cosas como para perder lo cosechado. Por una vez. Tres puntos de continuidad, de proyecto.

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