50 AÑOS DEL POLYCOMMANDER

La huella del ovni que quedó marcada en las rocas ennegrecidas

Rocas en Canido y Coruxo todavía ennegrecidas después de medio siglo.
photo_camera Rocas en Canido y Coruxo todavía ennegrecidas después de medio siglo.
 La casa del popular peluquero vigués Minguela, fallecido en 2000, comienza ahora a recuperar vida gracias a sus descendientes y sucesores forzosos, que buscan recuperarla tras años de abandono.
En la puerta de esta vivienda situada en Viladesuso-Mougás y rodeada por el mar, Minguela había colocado su "monumento al ovni", que allí estuvo hasta su muerte. El peluquero de Carral sostuvo hasta el último día de su vida que había tenido un encuentro en la segunda fase con un ovni que se había posado a tan sólo unos metros de su casa. Según los ufólogos, a principios de los años 70 se produjo un avistamiento de un objeto volante no identificado sobre la Ría de Vigo, observado por el jesuita Pedro Pablo Requejo, prefecto durante décadas en el Colegio Apóstol. Este hecho estaría relacionado con el supuesto aterrizaje en Viladesuso. Y a su vez con el "Polycommander". El libro del periodista Miguel Pedrero recoge algunos de los expedientes X más famosos de España y entre ellos los casos de Requejo y Minguela por su peso específico y las pruebas existentes. Tuve la ocasión de hablar con ambos: coincidían en que el suceso les cambió y también en que después de contar en múltiples ocasiones la historia se negaron a repetirla de nuevo.
Poco tiempo antes del supuesto aterrizaje se había producido el accidente del "Polycommader", soltando miles de toneladas de petróleo que acabaron manchando la totalidad de las playas y las rocas, entre ellas las de Viladesuso, que se encontraban por entero ennegrecidas. Como contaba Minguela, todo pasó en una noche cuando estaba durmiendo en su cama y se despertó por los ladridos del perro. "Cuando me incorporé, vi al lado de mi casa, sobre las rocas, algo como un Vitrasa de grande, que brillaba. Cogí la escopeta de caza que tenía, pero de inmediato la dejé. No sé, noté como que alguien me decía que no tuviera miedo. Me metí en la cama y me dormí. Al día siguiente pensaba que había sido un sueño, pero mi perro había desaparecido y en las rocas había quedado una marca de que algo se había posado encima. No era un sueño". Esta historia, que contó mil veces hasta que se cansó, despertó el interés de José María Íñigo, que en los setenta tenía a millones de espectadores. También la NASA se interesó. Minguela se fue a Estados Unidos y allí volvió a repetir lo ocurrido, mostrando la huella del artefacto, ese ovni-Vitrasa que el "Polycommander" fijó en las rocas. 

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