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Del Edén al Infierno en el Marco

Martiño Nogueira, Cayetano Rodríguez, el autor Álvaro de la Vega y Rubén Martínez, durante la presentación.
photo_camera Martiño Nogueira, Cayetano Rodríguez, el autor Álvaro de la Vega y Rubén Martínez, durante la presentación.

"El Árbol de la vida'' de Álvaro de la Vega protagoniza la tercera entrega de Metropolis

n n n El panel central de El Jardín de las Delicias de El Bosco, sirve como inspiración para la exposición ''El Árbol de la vida'', proyecto que centra la tercera entrega del ciclo Metropolis en el Marco. Cerca de 375 piezas talladas en madera, las esculturas representan el lugar en el que se aloja el ser humano cuando sucumbe al pecado, a medio camino entre las bondades del Paraíso y el lúgubre Infierno. El escultor lucense Álvaro de la Vega consigue transmitir al espectador un fiel reflejo de los instintos más primarios a través de las figuras -masculinas, femeninas e infantiles, representando cuerpos no normativas y únicos-, distribuidas a lo largo de toda la sala del museo vigués. ''Casi 400 piezas forman parte de este proyecto que está concebida como una sola obra, jugando con el espectador y el espacio'', afirmó el comisario de la exposición, Rubén Martínez Alonso. 
''El Árbol de la vida'' juega con lo límites, como su propio autor indica, ya que toma elementos de la religión, el psicoanálisis y la naturaleza humana para fomentar la ''ambigüedad'' ante los ojos del visitante. Tras más de una década de trabajo en la que De la Vega también ha realizado otros proyectos, esta obra llega ''expresamente'' al Marco para formar parte de Metropolis. El artista señala que ''ha habido mucho trabajo previo'' a la hora de realizar los bocetos de las distintas pieza''incluso con plastilina para jugar con las tres dimensiones'' antes de comenzar a tallar con el hacha los troncos de madera.
 Las casi 375 piezas están elaboradas con madera de eucalipto reutilizada, ya que previamente fue utilizada en las bateas de la Ría, un pasado que ''da ese color característico a algunas piezas fruto de la corrosión de los clavos''. Tras la creación de todas las piezas, solamente se ha tintando ciertos matices como en los labios o el blanco de la ropa interior para construir a cada individuo, ''vacío de todo exceso'' y que ocupa un espacio ''que fagocita como todo lo que tiene a su alcance''.
La obra demuestra una gran versatilidad al poder desplegarse por toda la sala, uno de los grandes valores que destaca su autor: ''A pesar de su dificultad de montaje, la idea de ocupar el espacio es el paradigma de la obra. Tiene un carácter líquido, no en lo efímero, en lo flexible y en su adaptación al espacio''. Álvaro de la Vega cuenta que tiene intención de ampliar esta obra, ''no como una segunda parte, más bien un añadido'' a lo que ya se está mostrando en el Marco. ''Creo que esta obra todavía no está terminada'', añade. Como parte del ciclo Metropolis, una de las piezas pasará a formar parte del fondo propio del Marco una vez finalice su exposición. n

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