Cuando el GRAPO casi vuela la casa sindical y se acusó a la extrema derecha

Así quedó  la Casa Sindical de Vigo tras la explosión..
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La bomba de Vigo causó profunda indignación en la ciudad por su alcance y porque era un lugar de encuentros de trabajadores

El 17 de julio de 1976 estallaba un potente artefacto explosivo en la Oficina de Colocación de la Casa Sindical de Vigo (que entonces hacía las funciones de las actuales oficinas de empleo). En un principio, todo el mundo atribuyó el atentado a la extrema derecha. ¿Quién si no?: En la misma planta y encima, respectivamente, del lugar donde explosionó la carga tenían lugar dos bien distintos acontecimientos: mientras una cola de parados esperaba para cobrar las prestaciones de desempleo (que entonces se abonaban en la Delegación de Sindicatos), en la primera planta, jurado de empresa y dirección de CENSA pretendían llegar a un acuerdo para acabar con un conflicto que tenía paralizada la factoría de Porriño desde hacía dos meses.

Acababa de ser la presentación ante la sociedad gallega del GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de octubre), fundado apenas unos meses atrás, a cuya historia dedicaremos otro capítulo de estos recuerdos de un viejo periodista. En realidad, esta organización ya se había estrenado anteriormente con un audaz asalto al polvorín de La Reigosa, de Pontevedra, el 25 de mayo de 1976, apoderándose de armas y un centenar de kilos de explosivos, si bien desde el primero de octubre del año anterior se había incorporado a la historia de los grupos terroristas mediante el asesinato de cuatro policías armados en Madrid.

En octubre de 1980 se supo que los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre tenían previsto llevar a cabo dos acciones parecidas a la anterior “Operación Cromo”, se trataba en este caso del secuestro del político y empresario Antonio Garrigues Walker, y de un atentado contra el teniente general Gabeiras, entonces presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Oficialmente, desde 1985 el GRAPO se encontraba desarticulado, pero pese al encarcelamiento de sus principales dirigentes volvió a reaparecer también una y otra vez. El 9 de junio de 1984, trescientas personas aclamaron al Camarada Arenas, a su salida de la cárcel de Soria, tras cumplir seis años y medio de condena. Con el asesinato de Claudio Sanmartín, el GRAPO se responsabilizara o fuera acusado directamente de la muerte de 58 personas, en su mayor parte miembros de las Fuerzas Armadas o de las de Seguridad del Estado. La acción más famosa llevada a cabo por el GRAPO fue el secuestro del ex ministro Antonio María de Oriol y Urquijo y del teniente general Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar.

La bomba de Vigo causó profunda indignación en la ciudad por su alcance y porque era un lugar de encuentros de trabajadores. Yo fui uno de los periodistas que cubrió aquella información, de la que guardo abundante información en mis archivos, incluidas las declaraciones de condena de lo que hoy llamaríamos “organizaciones progresistas”, pero apuntaron mal. No fuera la extrema derecha o los franquistas los autores, sino el mismísimo GRAPO.

La bomba estará poco antes de las doce y media, y a las cinco de la tarde, las organizaciones que cito celebraron una reunión de urgencia y emitieron un comunicado que reproduzco. Los reunidos fueron Comisiones Obreras, Federación Gallega de 1a UGT, Sindicato Obrero Galego (SOG), Unión Sindical Obrera (USO), Federación Socialista Gallega a del PSOE, Movimiento Comunista die Galicia (MGC), Partido Comunista de Ga- lícia (PCG), Partido Gallego Socialdemócrata, Partido Socialista Galego (PSG), Partido del Trabajo de España (PTE), Unión o Povo Galego (UPG), que emitieron este comunicado conjunto: "Facémonos eco da indignación e repulsa unánime de todos os vigueses ante o criminal atentado de hoxe, na Oficina de Colocación de Sindicatos, do que resultaron feridos varios traballadores, e onde poideron morrer asesinados moitos máís, as forzas democráticas abaixo firmantes condenan este acto terrorista contra a clase traballadora e a convivencia pacífica ciudadana que e propio de estilo provocador dos grupos organizados de extrema dereita co fin de impor unha violencia fascista que as forzas da oposición, a clase obreira e todo o pobo rexeitan enérxicamente. Esiximos que se abra unha urxentísima investigación con todos os medios precisos e cuios resultados sexan feitos públicos coa maior urxencia posible, de xeito que a opinión pública e os traballadores teñan garantías de que os culpables non deixen de ser consecuentemente castigados. Este odioso atentado nos reafirma na decisión de seguir na movilización pacífica do pobo, como única maneira de conquerir a ruptura democrática”.

Lo más curioso es que cuando se supo que la bomba la pusiera el GRAPO, no hubo rectificación alguna de este comunicado ni redirección de la misma responsabilidad hacia el verdadero responsable do atentado “contra a clase traballadora”.

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