La niebla matinal se retiró en forma de telón para dar paso a los vecinos de Cangas, que poco a poco poblaron la explanada posterior al Concello. También se unió el sol, que cayó como un martillo sobre dos centenares de cabezas, ávidas de sombra. La luz, además de los olímpicos, la puso una pareja de animosas canguesas, que acudieron al homenaje bien equipadas: corona de laurel, bandera olímpica cual capa de súper heroína y camiseta personalizada. “¡Tenemos la mejor villa olímpica!”, proclamaron varias veces entre fotos, saludos y cánticos.
Los cangueses se rinden a la “mejor villa olímpica”
