Maduro jamás dormirá en paz

Publicado: 11 ene 2025 - 04:00

Nicolás Maduro no es el lápiz más afilado del estuche. Eso lo sabemos. Pero ha logrado suplir con maldad, mediante la violencia, su incapacidad intelectual y su nula preparación para ejercer el mando. En los últimos días, con motivo de la investidura en Venezuela, el régimen ha redoblado su crueldad, con secuestros, torturas y amenazas, tratando de acallar las voces de un pueblo que defiende la legítima victoria electoral de Edmundo González, quien viaja a Caracas para ser investido, al tiempo que Maduro pretende tomar posesión a la fuerza y consumar así su enésimo golpe de Estado.

Entre las bajezas que ha protagonizado la dictadura bolivariana en los días previos a la investidura, destaca por vomitivo el secuestro del yerno de Edmundo González, Rafel Tudares, que permanece en paradero desconocido tras ser asaltado en su vehículo, delante de sus propios hijos –de siete y seis años de edad-, cuando se disponía a llevarlos a la escuela. Tudares está aislado en lugar desconocido, y se le ha negado el derecho constitucional de acceder a su abogado y comunicarse con su esposa. Torturar de esta manera a familiares y amigos de tu oponente político es la penúltima fase del horror totalitario, antes de saltar la última barrera y dar luz verde al genocidio de todo ciudadano disidente.

Como de costumbre, el régimen ha justificado su detención ilegal asegurando que se ha producido en el contexto de la desarticulación de un inminente “golpe de Estado” que se produciría el día 10 de enero, con motivo de la toma posesión. Lamentablemente no se producirá ese golpe de Estado, como no se ha producido ninguno de los que anteriormente Maduro ha utilizado como excusa para ejercer violencia de manera salvaje y gratuita, y no hay ningún indicio de que pudiera producirse en fechas próximas.

En todo caso, el secuestro del marido de la hija de González es vileza infinita, por cuanto tanto la mujer como su familia han asegurado que ni ha participado en trama conspirativa alguna ni tiene responsabilidad sobre nada que pueda atribuírsele al candidato de la oposición que ganó las elecciones el pasado 28 de julio.

Con todo, de producirse el golpe que pretende el régimen, estaría perfectamente justificado, porque se trataría de responder con la fuerza al intento de un presidente perdedor de mantenerse en el poder precisamente con un golpe, incluso aunque algunos de sus aliados más estrechos le hayan dicho con toda claridad que no hay nadie que se crea que el dictador ganó las elecciones, como asegura. En realidad, si hemos de ser honrados, Maduro es el primero que sabe que perdió en las urnas, y su única salida es ganarlo en la calle aprovechando que todavía tiene a su mando a los diferentes grupos de fuerza y sicarios policiales.

Es difícil desde este lado del océano hacerse una idea del sufrimiento infinito que Maduro y Chávez han causado al pueblo venezolano. Es difícil ponerse en la piel de quienes acudieron masivamente a las urnas para cambiar las cosas de una vez por todas y que comprobaron poco después que su voto es papel mojado. Y es, en fin, difícil explicar la vergüenza que sentimos los españoles al comprobar que el Gobierno, y muy especialmente el expresidente Zapatero, están también en esto en el lado más miserable y violento de la historia.

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