Extremadura: la clave está a la izquierda

Como es sabido hoy se celebran elecciones autonómicas en Extremadura y, como es natural, el foco mediático está puesto en la principal competición que allí se dirime, la que enfrenta al PP y a VOX y que es la que va a decidir no sólo la gobernabilidad de la Comunidad Autónoma, sino también cual puede ser la relación de fuerzas entre ambos partidos de cara a un hipotético gobierno de derechas en España, en un futuro más o menos próximo. Una mayoría absoluta del PP consolidaría al PP como alternativa, mientras que un resultado electoral en el que el PP, aún ganando con comodidad, conserve el número de escaños de que dispone ahora , pero con un VOX crecido, y necesario para conformar gobierno es otro escenario muy distinto e inquietante para la dirección del Partido Popular. Esta es la verdadera contienda, y no la tradicional que enfrentaba a PP y PSOE, y dice mucho de cual es la situación del partido socialista.

Los socialistas parecen haber dado por perdida la batalla y renuncian a competir, algo semejante a lo que hicieron en Galicia en las últimas elecciones autonómicas. No deja de tener lógica, pues Sánchez no puede cambiar de candidato sin debilitar la estrategia de defensa penal de su hermano, al derivar la imputación del señor gallardo de supuestas irregularidades en la contratación del familiar del presidente, además de que a Pedro Sánchez tampoco le conviene mucho que existan barones autonómicos que obtengan éxitos electorales. Podrían ser una referencia para los críticos. La única buena noticia para el PSOE sería un VOX muy reforzado y un PP estancado, pues le daría hecho el relato de un posible gobierno de la ultraderecha en España, con lo que ello podría implicar para la movilización del voto de izquierda. Pero la clave en la izquierda no está tanto en los resultados de los socialistas como en los que obtenga la coalición a sus Izquierda, Unidas por Extremadura. Pocos analistas se han fijado en la evolución de esta fuerza, que resulta de la coalición entre Podemos e Izquierda Unida, y que ya se había presentado con estas siglas en las elecciones de 2023, sólo que entonces no se había producido la escisión entre Podemos y Sumar. Esta fuerza, a la que las encuestas publicadas auguran un buen resultado, mejor que hace dos años, es un experimento relativamente nuevo en la izquierda, pues ha excluido deliberadamente a los militantes de Sumar en las candidaturas, por lo menos en puestos relevantes, y ha excluido la participación en campaña de la vicepresidenta Yolanda Díaz. Los afines a la vicepresidenta han estado siempre presentes, de una forma u otra, en la alquimia electoral de la izquierda y por tanto al no estar presente se podrá medir cual es el peso electoral de la hábil política gallega. De obtener un mejor resultado sin su colaboración esto podrá ser una muy buena noticia para el espacio a la izquierda del socialismo, pero muy mala para la señora Díaz y su partido, pues implicaría que su presencia puede más restar votos que sumarlos. Si se confirman los pronósticos es previsible que la composición del tablero de la izquierda se altere, y fuerzas como Izquierda Unida puedan comenzar a replantearse sus alianzas y empezar a ver a Podemos con otros ojos. Esto puede llevar a movimientos no sólo organizativos, sino también en parlamentos e incluso en el banco azul del gobierno, pues entra dentro de la lógica política que muchos militantes puedan buscar acomodo en el nuevo escenario. Este escenario podría dejar descolocada a la vicepresenta, que tendría que maniobrar, alejándose de Sánchez si quiere seguir liderando el espacio, o acercándose a él para garantizar su futuro político, lo que rompería su partido. En cualquiera de los dos casos se prevén escenarios de cambio en este espacio, y no precisamente buenos para el presidente del gobierno.