Vigo se reivindica como ciudad del arte

El coleccionismo vuelve a hacerse paso y anima las ventas en la primera edición de Varco, en el Mar de Vigo

Visitantes ayer en Varco.
Visitantes ayer en Varco.

El arte, la máxima expresión de la creatividad humana, es como la naturaleza, siempre acaba abriéndose paso y reivindicando todo aquel espacio que antes era suyo; en este caso, la ciudad de Vigo. Hubo un tiempo, antes de la crisis de 2007, en que la urbe siempre acogía por estas fechas un evento artístico donde coleccionistas y aficionados podían encontrarse con grandes nombres y figuras emergentes. Heredero de aquel espíritu es Varco, una exposición que, desde el pasado jueves y hasta hoy, domingo, ha transformado el hall del Auditorio Mar de Vigo en una auténtica galería con presencia de 31 autores de Galicia y Portugal. Es nuestro “Arco” vigués, salvando las distancias con el encuentro madrileño y también su diferente filosofía, puesto que aquí están excluidas las galerías y son los propios artistas los que se presentan y negocian directamente con sus posibles clientes.

Esta propuesta partía del propio auditorio –que no cobra por el espacio aunque sí se lleva una comisión por las ventas– y ha sido comisariada por la artista Eva López Tarrío, quien ayer, sábado, no dudaba en calificar de éxito la acogida que han tenido. “Es muy satisfactorio ver que la gente, incluso familias, se acercan hasta aquí a propósito para pasar el día, ya que tenemos sesiones de música, talleres y zona de bar”.

Tras unas duras décadas en las que la crisis no dejó espacio ni dinero para invertir en arte, los vigueses vuelven ahora sus ojos hacia cuadros, esculturas, fotografías e incluso instalaciones y se animan a iniciarse en el mundo del coleccionismo. “Hay que darle valor a la cultura. Durante la pandemia ¿qué consumíamos? Libros, música, películas… En definitiva, cultura”, destacaba Marcos Puhinger, uno de los participantes en Varco y genio del hiperrealismo que ha llegado a exponer en Matadero (Madrid).

Las obras expuestas en el Mar de Vigo abarcan precios que van desde los 100 euros en pinturas de pequeño formato y láminas seriadas a los 8.000 euros de esculturas como las de Tino Canicoba, famoso por sus desgarbadas figuras de madera, quien optó en esta ocasión por presentar también versiones más reducidas para hacerlas más asequibles al público. 

Esta feria también sirve para dar a conocer a artistas emergentes, como Ainoa Simons, que está sorprendiendo con “La Niña Quimera”, una divertida serie inspirada en la libertad artística de los niños y niñas.

Otro apartado son los talleres. Alberto Santos “Ash” impartió ayer uno dirigido a profesores de Infantil, a los que quiso ofrecerles un nuevo enfoque del arte contemporáneo. “Una creatividad sin pautas, sin condicionantes”, explicó, al igual que su propia obra, emparentada con la escena artística del sur de California.

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