Julia Navarro
Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces
Válgame Dios, que un robo nunca había protagonizado tantas portadas nacionales desde lo de las joyas del Louvre. "Están robando la democracia ante nuestros ojos", clamaba, en un vídeo, la presidenta extremeña y candidata a lo mismo María Guardiola. Abascal, que ha hecho campaña en Extremadura a lomos de un caballo y con un poncho al viento, con fondo de paisaje con ovejas, fue, claro, más lejos: "la mafia es capaz de cualquier cosa", decía, refiriéndose al 'robo del siglo' y no citando por su nombre a los mafiosos, aunque se le entendía todo. El latrocinio, por cierto, consistió en que unos ladrones forzaron una caja en la oficina de Correos de la localidad pacense de Fuente Cantos, cinco mil habitantes censados, para llevarse catorce mil euros y... ciento veinticuatro votos, que luego aparecieron -no así los euros-desparramados por el suelo.
De poco sirvió que la Guardia Civil señalase la probabilidad de que se hubiese tratado de un robo realizado por delincuentes comunes que solo buscaban el dinero. Y de poco valió igualmente que la cuantía de los votos robados, 124 de un total en las elecciones extremeñas de este domingo de 860.375, representase el 0'014 por ciento de los sufragios en liza en estos comicios, en los que ha habido de todo: desde este 'robo del siglo' al enorme debate acerca del chofer de la presidenta y candidata a repetir, señora Guardiola. Por lo visto, el mencionado chofer, que es primo de la presidenta, estaba condenado por un delito de 'coacciones menores' a su pareja, lo que parece (¿?) que le inhabilita para conducir un coche oficial.
Y luego, lo del debate: tres candidatos, el socialista, el de Vox y la de Unidos por Extremadura, en el rifirrafe organizado por Televisión Española con la ausencia de la señora Guardiola, que, en un más de esos errores que el Partido Popular comete siempre en la recta final de elecciones que tiene ganadas de antemano, no quiso confrontar con sus rivales, alegando extraoficialmente que el PP no se fía de TVE. Hizo más la presidenta y candidata a lo mismo: en el día de cierre de campaña, este viernes, declinó la presencia de Feijóo en el mitin final, porque ella y su partido no quieren 'nacionalizar' una campaña que, piensa, y piensa equivocadamente, solo afecta a los extremeños.
Así llegamos a las elecciones de este domingo, en las que se debate algo más que el papel del campo en la Comunidad, la deficiencia de los transportes con Madrid o la pervivencia de la central de Almaraz. Temas que, por cierto, ni siquiera fueron tratados con profundidad en el debate televisivo del jueves, donde todo se consumió en alfilerazos y puñaladas entre los candidatos en general y contra el socialista Gallardo en particular. Aunque, claro ¿a quién, aparte de al PSOE, se le ocurriría colocar de candidato a la presidencia de la Junta extremeña a alguien que, como Gallardo, está imputado por un presunto delito que implicó favorecer ilegalmente al hermano del presidente Pedro Sánchez? Y ¿a quién, excepto a Pedro Sánchez, se le ocurriría acudir a Extremadura, con mítines a principio y fin de la campaña, a potenciar la candidatura de ese imputado que actuó con presunta ilegalidad en favor de su hermano (el hermano músico de Sánchez, digo)?
Así que la campaña ha estado llena de cosas raras: el ascenso meteórico de Vox, por ejemplo, sin que -lo he podido comprobar- la mayor parte de los extremeños supiera siquiera quién era el candidato del partido de Abascal, que ha sido el protagonista ecuestre y pedestre de esta campaña. O la ausencia clamorosa de las figuras más conocidas a la izquierda del PSOE, comenzando por la vicepresidenta Yolanda Díaz o cualquier otra figura de Sumar, que carece de representación y de posibilidades en esta Comunidad (Unidas por Extremadura no alberga a Sumar en sus filas). O la también ausencia de José Luis Rodríguez Zapatero en apoyo de los socialistas: ZP, que siempre ha estado en las últimas confrontaciones electorales, brilló esta vez por su ausencia en las tierras extremeñas. Se ha convertido, no sé si justa o injustamente, en una figura demasiado polémica.
Quedamos, pues, a la espera de los resultados, que sin duda no serán buenos para el PSOE, inmersa en demasiados escándalos y con un candidato que es realmente mejorable, y que presumiblemente no serán, para el PP, tan buenos como algunas encuestas querían, entre otras cosas porque ya hemos visto que en la 'recta final' de los 'populares' todo han sido errores, desde dejar una silla vacía en el debate hasta perder los nervios ante el 'robo del siglo', esos ciento veinticuatro votos de la exageración. Ya decía Tarradellas, que era el rey de la cautela, que en política se puede hacer de todo menos el ridículo. Quizá por eso quien de verdad va a ganar votos, aunque no el gobierno, sea Vox: ellos van, como los señoritos, a caballo. Los demás ya se ve que van a la pata coja.
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