Los nuevos vigueses: “Dejé atrás 42 años en Venezuela y hay que empezar de cero”

“Vigo es una ciudad maravillosa, posee un patrimonio histórico bien conservado”, dice José Rafael Rivero, abogado, músico y más cosas

José Rafael Rivero, con su instrumeno, el "cuatro"
José Rafael Rivero, con su instrumeno, el "cuatro"

José Rafael Rivero es periodista y abogado de profesión, además de locutor y músico. Nació en Maracaibo-Venezuela, en 1980. Creador de jingles, productor y conductor de programadas de radio, en los que ha promovido y destacado la diversidad musical de Venezuela. Ha llevado el instrumento "cuatro venezolano” a países como Portugal, Alemania y España. Desde hace unos años está instalado en Vigo.

¿Cuál fue el motivo que lo llevó a elegir Vigo para radicarse?

Con las distancias de rigor, encontré en Vigo ciertas similitudes con mi ciudad natal, Maracaibo. Vigo posee una ría, y Maracaibo, el Lago de Coquivacoa, uno de los reservorios acuíferos más importantes de América. Ambas son ciudades portuarias y ambas tienen puentes emblemáticos: aquí el Puente de Rande, allá el Puente sobre el Lago de Maracaibo, Generalísimo Rafael Urdaneta.

En Venezuela, ¿qué actividad ejercía?

Soy periodista, abogado y locutor. En esas profesiones me desempeñé hasta que emigré en 2022.

¿Usted emigró por razones políticas o económicas?

Fueron razones económicas las que me empujaron a dar este paso.

Además de ser abogado y periodista, usted también es músico, ¿verdad?

Sí. La música siempre me ha acompañado. La aprendí de manera autodidacta gracias a mi madre, María Candelaria Rivero, quien me regaló mi primer cuatro venezolano.

Cuénteme algo del cuatro.

El cuatro es, en sí mismo, un país que se llama Venezuela, pero también es América. Con él se acompañan los géneros musicales de la nación y del continente. Es la base de nuestro sonido.

¿Qué le parece Vigo como lugar para vivir?

Es una ciudad maravillosa. Posee un patrimonio histórico bien conservado que se impone a la vista y revela, de inmediato, los rasgos de su identidad. Sus sonidos, su gente, su fisonomía también me recuerdan a lo que dejé atrás. Y, además, me declaro fan del Celta de Vigo, un equipo que refleja el espíritu y la pasión de esta tierra.

¿Se siente integrado?

Hay aspectos pendientes. En torno a la inmigración existe desinformación que genera rechazo en algunas personas. A veces las instituciones no responden correos al notar que no eres de aquí, o el acento distinto provoca distancia. Pero también hay solidaridad y personas que te tienden la mano.

¿Qué dejó en Venezuela?

Dejé 42 años de vida. Aquí, inevitablemente, se empieza desde cero.

¿A qué se dedica en Vigo?

He ejercido diversos oficios: repartidor de paquetería, carretillero… hay que aprender de todo. Es la historia común de quienes iniciamos este proceso migratorio. Hoy tengo un emprendimiento con un compañero: vendemos pastelitos y tequeños, productos venezolanos elaborados con harina de trigo y diferentes rellenos —pollo, queso, carne, atún—. Y son realmente deliciosos.

¿Cuáles son sus planes?

Alcanzar estabilidad. Revalidar mi título de abogado, cumplir con todos los requisitos que exige este proceso y, finalmente, alcanzar esa meta.

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