Palabra del Rey

Publicado: 27 dic 2025 - 01:55

Opinión.
Opinión. | Atlántico

No pocos comentaristas políticos de los que aportan opinión en las columnas de los diarios nacionales, se han manifestado en relación con el mensaje navideño del rey Felipe coincidiendo en que, si bien la forma ha sido ejemplar e irreprochable, el fondo de su texto parecía destinado a cumplir exquisitamente con el ámbito político dominante, manejando argumentos muy generales y muy en sintonía con los expresados por la mayoría gobernante, apartándose de menciones a aquellos aspectos que necesitaban de advertencias más precisas y contundentes. El rey no habló, según estos opinantes, de situaciones como la separación de los poderes y la necesidad de que el ejecutivo ni invada las competencias del judicial como ocurre con frecuencia, ni se expresó en torno al acoso independentista, ni se planteó la necesidad de obtener un pacto de mínimos que consiguiera atemperar la iracundia del diálogo político cotidiano, ni denunció la sima que se abre entre los ciudadanos de a pie y la clase dominante, y ni siquiera sugirió la necesidad de frenar una escalada de corrupción que está socavando el esquema de convivencia y colocando en situación límite el modelo institucional.

La posibilidad de que el primer borrador del discurso sí contuviera una cita a todos estos problemas que se manifiestan en el día al día, también sobrevuela el contexto de estos comentarios periodísticos, algunos de los cuales inciden en la creencia de que un intervencionismo del mando político ha limado y matizado el escrito hasta dejarlo aseado, hermoso y absolutamente inocuo. Si es así –y revisando la intervención real no parece una sospecha inadecuada- se percibe la debilidad agónica de un gobierno de coalición que necesita atemperar incluso los consejos del jefe del Estado para que su imagen no se deteriore a cada paso. Con independencia de las consabidas radicalizaciones de Rufián que ha hecho de sus ácidos comentarios sobre el mensaje real una costumbre navideña más, como el pavo y las uvas, las palabras del rey sugieren las de alguien que ha querido ser más profundo y no lo han dejado. Es un síntoma malísimo y una demostración de que lo que hay en la Moncloa ya no se fía ni de su padre.

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