Opinión

Vigo, lo que fue, lo que es

Está abierta hasta enero en el Centro Social de Afundación una muy interesante exposición, “Vigo no tempo”, probablemente el acontecimiento cultural más importante de este año, dejando la música aparte. Bien presentada, con piezas originales y nada aburrida, es un repaso por cómo Vigo nació, de la primera aparición en la historia con su actual nombre -antes incluso de las cantigas de Martin Códax- y cómo aquella población se convirtió en puerto, villa y finalmente ciudad, acta fundacional real del Vigo que conocemos. Todavía en el siglo XIX era Vigo una pequeña aglomeración en torno al Casco Vello, el Castro y Areal, pero ya se habían fijado las bases para lo que vendría después, en el siglo XX, trepidante en todo. Fue cuando Vigo se estiró y convirtió en la primera ciudad gallega, a finales de los sesenta, gracias a su imán industrial y marítimo de miles de empleos que evitó la emigración al exterior y permitió que personas de toda España optaran por buscarse un horizonte en este rincón del Noroeste. Aparece cómo crecieron sus empresas y sobre todo cómo se desarrolló el puerto, lo que a cambio provocó la desaparición de las playas de Areal y Coia. Eran otros tiempos y entonces la prioridad era también otra, básicamente desarrollar la ciudad y tener trabajo. También se destacan la fusión con Bouzas y Lavadores que le dio a Vigo kilómetros de costa en un caso y montes y población en el otro. 

Echo de menos que no haya un apartado al segundo hecho clave del XIX, la pérdida de la capitalidad (en tres ocasiones), una derrota con consecuencias que se han alargado hasta la actualidad. El comisario es Manuel Gago, que ha hecho un gran trabajo: del Vigo que fue y el que es.

Por cierto, el documento por el que se otorga la carta de ciudad a Vigo dice que la villa Leal y Valerosa también será Noble y Fiel, así que uno de los epítetos se acabó cayendo del escudo del Castillo y el Olivo.

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