Está Vigo al alza o se encuentra en declive? La cuestión se puede resolver echando un vistazo a sus fortalezas y debilidades, manido pero válido sistema para testar cómo están las cosas.
La automoción continúa siguiendo el sector que realmente mantiene Vigo, el peso fundamental de la industria en empleo y creación de riqueza. Pero... Stellantis ha ido reduciendo su plantilla, que no se ha compensado con la apertura de nuevas factorías. La última significativa se remonta a hace 20 años, en el Parque Tecnológico. Desde entonces, prácticamente nada. Esta semana confirmó su proyecto industrial, clave para su continuidad. Pero falta el Perte.
La pesca aguanta con dificultades pese a los esfuerzos del Puerto y los armadores por encontrar caladeros. La UE ha ido cerrando un centenar y faenar en aguas comunitarias se ha vuelto complicado, y más en el futuro si el próximo comisario es estilo Sinkevicius, al que el mar le importa mucho más que el porvenir de los marineros. La flota se ha ido reduciendo aunque expandiéndose las empresas mixtas en pesquería en Namibia o Malvinas.
El turismo ha crecido y mucho. Es con diferencia el sector que mejor le ha ido este siglo, no solo a Vigo, sino a Galicia. Las Rías Baixas ya tenían tirón y ahora más, y Vigo ronda el millón de pernoctaciones hoteleras, una cifra imposible hace poco, con las Cíes de gran imán veraniego (300.000 visitantes) y el añadido navideño. El “pero”: el techo de crecimiento no parece lejano y los movimientos de turismofobia han comenzado a hacerse visibles.
La población, que evalúa el atractivo de la ciudad, se estanca con tendencia a la baja. Que sería mucho mayor sin una inmigración masiva. Los extranjeros son ya el 8 por ciento del total. Vigo será una ciudad mixta o no será, porque los residentes autóctonos son (somos) cada vez mayores y con menos hijos.
Mi pronóstico: una suave decadencia durante años, hasta que Vigo vuelva a tomar impulso o se conforme con ser una ciudad media. Que no es poco. Aunque nada se puede dar por seguro.
