Opinión

Porto Boega

Una famosa isla en el medio del Miño entre Tomiño y Vilanova de Cerveira acaba de aparecer en los sueños de una empresa promotora como lugar idóneo para un parque temático que de momento tiene detrás literatura y un nombre, Porto Boega. ¿Se hará? No parece fácil, y se me ocurren numerosos motivos para que no pase del proyecto de papel -entre otros, por su impacto ambiental- pero siendo un territorio portugués hay muchas más posibilidades de que la propuesta acabe avanzando. Al otro lado del Miño, los permisos avanzan con rapidez, como saben las empresas gallegas, entre ellas no pocas pesqueras viguesas, que han optado por construir sus nuevas plantas en terrenos y polígonos entre Valença y Caminha: todo son facilidades a la hora de realizar trámites y conseguir licencias sin tener que esperar diez o más años, como lamentablemente pasa al norte del mismo río. Y en Vigo hay sobrados ejemplos.

Porto Boega trae de forma inevitable a la memoria uno de los fiascos (auto-fracasos, en este caso) más llamativos a que se ha sometido Vigo, al no apoyar la instalación de Porto Cabral y descartar finalmente una inversión multimillonaria de un grupo británico para desarrollar el mayor polo de servicios de todo el Noroeste peninsular. Que, entre otras cosas, serviría como alternativa de empleo e imán para que millones de personas visitaran la ciudad, no solo el parque comercial y de ocio. No vale la pena insistir en la leche derramada, más allá de la intensa sensación de melancolía por lo que pudo ser y no será. 

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