Opinión

Ojo al Berbés

En septiembre la pesca fresca en O Berbés cayó un 10 por ciento sobre el año anterior, que ya no había sido bueno debido a varios factores, entre ellos el descenso del consumo y el IVA alto. Y sobre todo, el cierre de cerca de un centenar de pesquerías de rapante y rape, las dos especies que más se subastan en la lonja viguesa, por decisión del comisario europeo que ama el mar pero no a los marinos. En el acumulado del año los datos no son tan sombríos, pero asustan: en torno al 4,5 por ciento de retroceso y la posibilidad nada irreal de que Vigo pierda por vez primera en 60 años el liderazgo nacional (y europeo), lo que supondría no una catástrofe, pero sí otro signo de la suave decadencia a la que esta ciudad parece estar encaminada salvo feliz recuperación. La pesca significa mucho para Vigo, más allá de su actividad empresarial e industrial, que ya de por sí es mucho. Supone miles de puestos de trabajo en O Berbés (hay unos 6.000 en el puerto pesquero, pocos menos que Stellantis) y en las fábricas de transformación y congelación. Las diez principales empresas de España en el sector pesquero tienen sede social en Vigo, una marca nacional e internacional única. Y una línea de continuidad con la conserva, que llevó el nombre de Vigo por el mundo, a su vez heredera de la salazón, la primera industria que impulsó a la pequeña ciudad de inicios del siglo XIX. O Berbés es donde todo nació, un pequeño puerto romano que algunos identifican como la enigmática Búrbida. Donde comenzó todo, quizá también acabe.

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