Opinión

Ni autovía ni probablemente nada

Que la autovía Vigo-Porriño es irrecuperable e irreformable es bien conocido. Que no va a haber otra ni a medio ni largo plazo no tanto. La A-55 es una vía inaceptable, que condena a miles de conductores a rezar para pasar sin problemas los diez kilómetros de su trazado, probablemente el peor de la red estatal principal. Por supuesto no puede ser considerada una autovía por el radio de sus curvas, las pendientes y la velocidad tasada a 80 por hora en la mayoría de su recorrido, en tramos incluso a 60, el mínimo legal. De la A-55 se saben muchas cosas, entre ellas que hasta 60.000 vehículos la transitan en los días de mayor presión y que es la principal vía de acceso a Vigo, como entrada desde Madrid y Ourense, por un lado, y desde Tui y Portugal por el otro. También se sabe que al año se registran más de 100 accidentes con víctimas (heridos leves y graves) y muchos más con daños materiales que provocan retenciones kilométricas, en general en dirección hacia Vigo. 

Se sabe todo esto, pero, en cambio, se desconoce qué va a pasar. Y se desconoce porque todos los planes que se han anunciado para su transformación han fracasado por unos u otros motivos. El último que parecía creíble fue el anunciado por Rajoy: una actuación con una partida extraordinaria para el desarrollo de una alternativa en túnel desde Vigo hasta Mos que en la práctica suponía una nueva autovía, sin subidas y bajadas ni curvas. Ese plan, que se anunció con partidas concretas, fue anulado por el Gobierno de Sánchez, que optó por la vía lenta del Presupuesto del Estado. En los de 2023, los que están en vigor, había 1,6 millones para una actuación que se iría a más de 300 millones. Con el Gobierno de 15 partidos y sus aliados/hipotecas que se nos viene encima, podemos seguir esperando, más o menos como por el AVE por Cerdedo (0,5 millones para una obra de 2.300 millones) o la salida sur (Portugal tendrá que esperar). No desesperen, tenemos A-55 para largo.

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