El Verdugo, el río más importante del mar de Vigo, nombre imponente aunque nada tiene que ver con el ejecutor de la pena capital sino con el color verdoso de sus aguas, se ha convertido en un problema para el marisco, que se muere por exceso de agua dulce. Pero vamos por partes. Que el Verdugo desagüe de forma masiva en la Ensenada de San Simón es consecuencia de la sucesión de temporales, que dejaron 1.400 litros en un mes en Fornelos, donde nace la cabecera de la cuenca y se sitúa Eiras. La presa abastece al área metropolitana y tiene los aliviaderos funcionando a pleno rendimiento ante el exceso de agua acumulada. Y eso porque aunque sea la mayor instalación hidráulica de Galicia, diez veces mayor que Zamáns, es ínfima al lado de los grandes embalses del resto de España. Los gallegos son mucho más pequeños porque nadie pensó que algún día habría problemas de sequía en esta comunidad, pero ya está aquí y pese al mes de lluvias insoportable, solo es cuestión de meses que vuelva el tiempo seco para quedarse. La solución evidente sería ampliar Eiras, al menos duplicar su tamaño, lo que resolvería definitivamente el problema del abastecimiento y evitaría un aluvión de agua dulce en la Ensenada de San Simón que arruina el cultivo marino. Si es así, ¿entonces por qué no se hace? No hay una explicación, pero sí una realidad: no se ha construido una sola presa en los últimos 40 años, salvo dos o tres excepciones donde tuvo que actuar la Guardia Civil ante la negativa vecinal, ecologista y política. Esta es la realidad. Impensable construir una nueva y muy difícil ampliar la capacidad actual. Así que el resultado no va a ser otro que el conocido: mortandad de los moluscos cuando hay exceso (agua que no se puede guardar) y restricciones al consumo, antes o después por el mismo motivo. Efecto mariposa.
En cuanto a Puigdemont, que pasó en días de ser increíble hombre menguante y orate de Waterloo a pilar del Estado y socio de Sánchez, otro día.
