Opinión

Una tarde con un español universal

Tras la pandemia, que interrumpió los encuentros que manteníamos en la Fundación Ramón Areces, se produjo el ansiado reencuentro con mi admirado y querido amigo Federico Mayor Zaragoza. En esta ocasión, quedamos a las 5 de la tarde en su finca de Majadahonda, me invitó a subir a su despacho-biblioteca, lleno de recuerdos de una historia apasionante al tratarse de un español universal; recordamos viejos tiempos y analizamos la situación actual de un mundo en crisis y con falta de liderazgos; y en un par de horas, pude comprobar que, a sus 89 años, su mente privilegiada sigue igual de lúcida.
A FMZ le conocí siendo ministro de Educación y Ciencia, me entregó un premio de investigación en un congreso iberoamericano (Málaga, 1982), a partir de ahí se empezó a fraguar una amistad que, abrió el camino a una colaboración fructífera en el tiempo. En su etapa académica, como doctor en Farmacia y catedrático de Bioquímica, puso en marcha el Plan Nacional de Prevención de la Subnormalidad, para evitar, mediante diagnóstico precoz, enfermedades que cursan con grave deterioro mental. Rector honorario de la Universidad de Granada, con la que mantiene un vínculo afectivo, donándole una parte de su legado. Cofundador del CBM Severo Ochoa de la UAM y del CSIC (fue presidente científico). En su etapa al frente de la UNESCO (1978-1999), no exento de dificultades, dejó profunda huella, le dio un nuevo impulso a la misión de la organización: “construir los baluartes de la paz en la mente de los hombres” hasta convertirla en una institución al servicio de la paz, la tolerancia, los derechos humanos y la convivencia pacífica, mediante actividades en su ámbito de competencia y siempre fiel a su cometido original, creó el Programa Cultura de Paz, labor que dio sus frutos: la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración y Plan de Acción sobre Cultura de Paz, que era la máxima aspiración de FMZ, defensor a ultranza y trabajador incansable a favor de la cultura de la paz y la no violencia, así como del concepto One Health. 
Científico, político, humanista, testigo y protagonista de excepción del siglo XX, personalidad relevante de reconocido prestigio a nivel mundial. Fue el mejor amigo español de Mijaíl Gorbachov cuando se desintegró la URSS y surgió un nuevo equilibrio mundial; vivió en primera persona la caída del muro de Berlín; estuvo al lado de Nelson Mandela cuando cayeron las cadenas do apartheid racial; fue uno de los principales defensores de la reforma de la ONU cuya voz tiene la autoridad moral y el compromiso ético de quien basa su conocimiento en la experiencia de toda una vida dedicada a mejorar la sociedad en la que vivimos, apuesta por la palabra como única vía para la comprensión y por el multilateralismo democrático, y propone llevar la voz de los pueblos al seno de la ONU.
Creyente convencido, con una personalidad muy marcada, adelantado a su tiempo, siempre en la vanguardia, es de esas personas que sólo obedece a su conciencia, incómodo para los poderes fácticos intransigentes dado su talante liberal y dialogante, dispuesto siempre a derribar muros, y construir juntos puentes para lograr la paz y la igualdad, y avanzar hacia un mundo mejor; aplica el rigor científico en su trabajo al margen de cuestiones ideológicas, nunca escondió sus orígenes republicanos, pero en un momento decisivo para la historia de España, apoyó con firmeza y determinación la transición democrática española de la mano de Adolfo Suárez y de la jefatura del Estado, asentada en una monarquía constitucional.
FMZ ha ocupado innumerables cargos de altísimo nivel, tras toda una vida de entrega apasionada al servicio de grandes ideales. Los hechos y su trabajo avalan una trayectoria impresionante en el ámbito académico y científico, político y social. Un modelo de excelencia y un referente a seguir para todos los que le admiramos y le tenemos gran estima. Su obra quedará marcada no como una simple huella, sino como un surco fecundo que seguirá dando sus frutos más allá de cuando él se vaya. 

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