Opinión

Dignidad, justicia y paz

La inmensa mayoría de los mortales desean la paz, pero muy pocas personas están dispuestas a dedicar su vida a luchar por dicha causa. A lo largo de la historia ha habido personas que han destacado por entregar su vida a fomentar la cultura de paz, la defensa de las libertades y de los derechos humanos, a luchar contra el racismo y el uso de la violencia, incluso arriesgando y sacrificando sus propias vidas; otros han entregado su vida al cuidado de los enfermos y de los más necesitados, a los pobres más pobres que no tienen a nadie y que tienen derecho a que se respete su dignidad como personas. Se me vienen a la cabeza algunos nombres, como Francisco de Asís, Teresa de Calcuta, el papa Juan XXIII, Martin Luther King, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, y un largo etc., dejando profunda huella y cuyo legado permanece más vivo que nunca.
¿Cómo es posible que en el siglo XXI sigan existiendo conflictos bélicos que lo único que traen es destrucción y la pérdida de vidas humanas y seres inocentes? Si bien desde el origen de los tiempos siempre ha habido guerras, no es menos cierto que últimamente han sucedido demasiados accidentes en la democracia a nivel mundial, entre los que cabe destacar los de Ucrania, Siria, Libia, Yemen, etc., lo cual nos tiene que hacer reflexionar muy profundamente sobre las posibles causas que nos han llevado a esta situación con la finalidad de actuar con responsabilidad y rectificar a tiempo para enderezar el rumbo de los pueblos del mundo y encaminarlos hacia la concordia y la paz. Frente a la fuerza de las armas, tiene que prevalecer el uso de la palabra, el diálogo y la capacidad de negociación, que es la única manera de arreglar los conflictos. La paz va más allá de la ausencia de conflictos bélicos en el mundo, la paz auténtica y verdadera implica muchas más cosas: respeto a los demás, que haya justicia e igualdad, que exista un entorno libre de violencia, que la pobreza deje de existir, acabar con el racismo, la discriminación y la exclusión social, etc. 
La sana convivencia entre los seres humanos es vital para lograr la concordia y la paz, que es armonía y equilibrio con uno mismo y con los demás, es una dinámica permanente de las relaciones entre las personas y los pueblos del mundo. La paz que tanto anhela la humanidad no cae del cielo, hay que ganársela a pulso cada día con hechos, derribando muros y tendiendo puentes entre los pueblos del mundo, pensando en el bien común de toda la humanidad, estando por encima de cualquier tipo de consideración (la raza, el color, la religión, cuestiones ideológicas, intereses económicos, etc.). La paz se conquista desde la verdad, la justicia social, la libertad, la solidaridad y la igual dignidad de todos los seres humanos que habitan el planeta. Para alcanzar ese objetivo hay que, ponerse manos a la obra, y actuar con valentía para cambiar el rumbo de los acontecimientos que nos lleven a construir un mundo mejor para todos en condiciones de igualdad, mejor legado para generaciones venideras, que lo agradecerán.

(*) Científico, académico, escritor y humanista.

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