Opinión

Sánchez desarma al Estado para poder seguir en el Gobierno

Luego de que los españoles asistiéramos atónicos a la masa coral de diputados del PSOE votando en bloque la reforma del Código Penal y la desaparición del delito de sedición, hay que agradecer el portavoz de ERC, Rufián, que haya confirmado la evidencia de que esa reforma es el contrapago al apoyo de su partido no ya a los presupuestos, sino a la propia continuidad del doctor Sánchez en la Moncloa. Y todavía han sido definitivas las aseveraciones del ex presidente Felipe González, insistiendo en que en cualquier país de Europa la conducta de nuestros sedicentes habría merecido el mismo tipo de reproche penal y que, en todo caso, su conducta va más allá de los desórdenes públicos, al pretender salirse del Estado y vulnerar tan gravemente el orden jurídico y la Constitución. Y no es que ni lo dicho por uno y por otro sea una novedad ante lo evidente, simplemente ha sido la confirmación del sentido común. En todo caso, rubrican el cinismo amoral de Pedro Sánchez, con el que comulga su parroquia, instalado sobre una serie de mentiras. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar este hombre? Sin duda no tiene límites. Y aparte del alcance de sus graves actos, resulta todavía más infame que él mismo dijera antes que a quienes ahora protege porque le obligan no incurrieran en un delito de sedición, sino de rebelión, según su autorizada opinión.

Ya sabemos que en política hemos de estar curados de espanto ante todo tipo de lances, acuerdos contra natura, mentiras, manipulaciones e infamias; pero nunca se llegara tan lejos por sus efectos, como proceder a una reforma del Código Penal, que va a privar al Estado de una herramienta para su defensa, a cambio de un puntual apoyo personal. Y además, en este caso, no sólo dejará al Estado inerme ante sus enemigos, sino que los beneficiados por Sánchez no sólo no se han arrepentido de sus actos, no han renunciado a sus objetivos, sino que perseveran en que su meta es alcanzarlos.

Pero vale la pena escuchar al propio Rufián (en realidad el ex etarra Otegui ya lo dijo antes, con el añadido de que detrás de su apoyo está la meta de que sus 200 camaradas de ETA, ahora mayormente ya en el País Vasco, sean liberados para siempre. Este aspecto es especialmente abyecto, cuando hay más de 300 crímenes impunes como es conocido). Rufián ha dicho: “Desgraciadamente muchas veces tenemos que utilizar palancas de fuerza para que el PSOE se mueva, incluso en compromisos que, de hecho, son suyos". Rufián reconoce, pues, lo que era sabido, pero su testimonio de que la reforma del Código Penal le fue impuesto como contrapago a Sánchez, como ya era conocido. Y el portavoz de ERC dicta plazos ya que la eliminación de la sedición se debe consumir antes de final de año porque “los asuntos que su partido considera buenos han de hacerse con celeridad". Y como si fuera un experto jurista, el mismo personaje anuncia que hay que ser discretos en el paso siguiente, la reforma de la malversación, para “alcanzar un equilibrio para que no termine beneficiando a los condenados por corrupción. Y, en resumen, hay que evitar que los jueces aplican el Código Penal contra los intereses de los que este hijo de andaluces representa.

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