Opinión

VIGILANCIA CONSTANTE

Con la izquierda abertzale es preciso estar muy atento porque sus manifestaciones, actuaciones y declaraciones bordean siempre la línea roja que separa la legalidad de la ilegalidad. Las asociaciones de víctimas del terrorismo lo están y los jueces suelen darles la razón cuando creen que en sus actos públicos puede producirse algún tipo de enaltecimiento del terrorismo u otro tipo de delitos conexos. En el momento que se baja la guardia la izquierda abertzale en cualquiera de sus múltiples movimientos tensan la cuerda porque saben que la respuesta legal puede llegar con un cierto retraso, cuando el daño moral ya está hecho.


Sin duda la situación actual que se produce en las principales fiestas del País Vasco no tiene nada que ver con los sucesos a los que se asistía hace años, desde la guerra de las banderas a manifestaciones multitudinarias que acaban en enfrentamientos con la policía o a la exaltación constante de los terroristas de ETA. Pero aún parece que responsables políticos nacionalistas no han asimilado totalmente que tampoco ellos pueden bordear la legalidad como ha ocurrido en el episodio, que todavía se vive, de la 'txupinera' ilegalizada judicialmente que ejerce de oficial, y que estuvo presente en el balcón del Ayuntamiento bilbaíno en el inicio de las fiestas y con el que los responsables del consistorio han hecho dejación de su obligación de que sean de todos y para todos, al menos desde el punto de vista formal. Como aún pueden realizarse actos que vulneren la ley, un juez de la Audiencia nacional ha puesto bajo vigilancia las actividades de algunas comparsas de la que no se fía por sus antecedentes.


Es comprensible el repudio que para las víctimas el terrorismo y para el conjunto de ciudadanos causa ver como la izquierda abertzale vuelve a enseñorearse de las calles en las fiestas y demuestra lo lejos que está de aceptar el verdadero relato de lo que ha pasado en el País Vasco, donde unos ejercían de verdugos y otros de víctimas, y su lugar al sol lo han conseguido después de llegar al convencimiento de la derrota policial y social de ETA y de la imposibilidad de obtener alguna prebenda como consecuencia de la lucha armada. La izquierda abertzale a la que le cuesta muchísimo dar pasos contundentes y seguidos en el reconocimiento del daño causado no duda en pedir la reparación del daño que les han hecho a ellos por su actividad ilegal y no tiene la generosidad que la sociedad vasca muestra de forma cotidiana con ellos, porque la ley de todos los protege.


Por ese motivo pueden llenarse las calles de las ciudades vascas de pancartas pidiendo el acercamiento de los presos, o reclamando independencia y socialismo en un ejercicio de libertad de expresión, contra las que nada se puede hacer salvo aplicar las ordenanzas municipales sobre limpieza vial; o que una 'txupinera' etarra se pasee junto a la ilegalizada después de que los jueces le hayan concedido la libertad tras cumplir la pena impuesta; o que se considere que con Arnaldo Otegi en libertad se podría orientar con más rapidez a la izquierda abertzale hacia comportamientos más democráticos. Este es el escenario político vasco, aunque duela a las víctimas del terrorismo, dado que en esto consiste el juego democrático siempre que nadie se salte la letra de la ley. Porque muchos miembros de la izquierda abertzale no han comprendido todavía su espíritu.


Te puede interesar