Opinión

El termómetro de la fiesta nacional

Las medidas adoptadas por el Ministerio de Defensa para separar al Gobierno de los asistentes al Desfile de la Fiesta Nacional, no han impedido los abucheos al presidente del Gobierno, especialmente al final del acto. Se trata de una falta de respeto y de educación qué trasciende la libertad de expresión y que pone sobre el tapete si quienes asisten a las tribunas de invitados son mayoritariamente de ideología conservadora que protestan no se sabe muy bien si por la política de Defensa del Ejecutivo, ya que se trata de un acto significativamente castrense, o contra toda la política del Gobierno. En cualquier caso transmiten una imagen preocupante que no se compadece con la valoración pública de las Fuerzas Armadas, una institución sobre la que todos los Gobiernos han puesto un empeño superior para que sean percibidas como un reflejo de la sociedad española en todos los ámbitos, desde su operatividad y ejemplo de modernización a su carácter interclasista y a las que se considera como un pilar esencial al servicio de la ciudadanía y de causas nobles determinadas por la legalidad internacional.

Es previsible que este sea el último de esta serie de desfiles en los que un presidente del Gobierno socialista acompaña a la Familia Real. Su sucesor tendrá que administrar la herencia recibida no solo en cuanto al desarrollo de las leyes de Defensa puesta en marcha por los sucesivos ministros socialistas, especialmente por Carme Chacón, como la Ley de Derechos y Deberes de los Militares elaborada con el consenso de las principales fuerzas políticas, y sobre todo de la gestión de la última decisión geoestratégica de Zapatero, la participación en el escudo antimisiles de la OTAN, aunque el verdadero problema a efectos prácticos será la gestión de unos presupuestos de Defensa disminuidos con los que habrá que pagar la compra de los sistemas de armas adquiridos a lo largo de las últimas legislaturas y que pueden poner en peligro la propia operatividad de las Fuerzas Armadas. En tiempo de crisis la ciudadanía entiende mal los gastos en Defensa, especialmente cuando las amenazas son difusas, y no se entendería que se atendieran los requerimientos de los Aliados para que en las actuales circunstancias se incrementara el gasto militar. La fiabilidad de España como socio de la OTAN ha quedado fuera de toda duda con el ofrecimiento de la base de Rota, y en este sentido la retirada de los cuatro F-18 de la misión en Libia anunciado ayer, de acuerdo con la dirección de la operación militar, y que seguirán otros países, mientras se mantienen otros barcos y aviones, no ha generado esta ocasión ningún tipo de recelos.

Y a nivel simbólico, el Desfile es el termómetro de las relaciones entre el todo y las partes, entre España y algunas de las comunidades autónomas, significativamente Cataluña y el País Vasco. En los años en que el presidente de la Generalitat fue José Montilla su presencia en Madrid el 12 de octubre fue frecuente. Con el nacionalista Artur Mas se vuelve a la tradición de su inasistencia para demostrar que la Fiesta Nacional no es su fiesta nacional, que no tienen legalmente por decisión del Tribunal Constitucional, y manifiesta así que el problema territorial sigue latente.

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