Opinión

LOS PRONÓSTICOS DE GUINDOS

El ministro de Economía y Competitividad propone y serán los mercados quienes dispongan. Luis de Guindos está convencido de que por el momento el Gobierno no tiene necesidad de solicitar el rescate financiero y que en cualquier caso no tendría las características del que se ha llevado a cabo en Portugal o Irlanda. Como su jefe, Mariano Rajoy, se muestra igual de cauto, porque de lo que se trata es de 'no ir de sobrados'' y que los mercados se revuelvan con un acoso que ponga en riesgo la financiación que ahora se logra en los mercados. Está por determinar si el momento de bonanza que se ha vivido en los últimos meses es consecuencia del convencimiento de los inversores acerca de que finalmente se acabará pidiendo la asistencia financiera, o de que realmente lo peor de la tormenta ha pasado y que las últimas medidas adoptadas en Bruselas sobre la deuda griega, el papel del BCE y la supervisión bancaria a partir de 2014 han calmado los ánimos. Además, De Guindos trata de diluir responsabilidades y echa de menos una mayor contundencia europea en la defensa de la integridad del euro, que aleje las dudas de los inversores que han jugado a la contra y que han hecho mucho dinero con las tribulaciones económicas de los países periféricos.


Luis de Guindos declaró ayer mismo que, como España ha hecho los deberes impuestos por los organismos internacionales para el año que acaba y el que comienza, no será necesario imponer una nueva subida del IVA ni aplicar medidas suplementarias de ajuste, porque se ha sido el alumno más aventajado de la OCDE a la hora de hacer recortes. Pero las buenas intenciones duran hasta que se conoce el siguiente dato macroeconómico que alerta a los socios europeos y pone a trabajar a los especuladores y todos ellos se confabulan para forzar al Gobierno a que siga realizando ajustes que empobrecen a los ciudadanos por la vía de la subida de impuestos, los recortes de prestaciones o la devaluación interna. Por el momento, al menos, ha desechado una reducción de las cotizaciones sociales de las empresas que supondrían un agravio en relación con los sacrificios que realizan los trabajadores.


El ministro está convencido de que en caso de necesidad solo sería necesario pedir al Banco Central Europeo su intervención en la compra de deuda. Obvia que se haría con los requisitos que se decidieran en Fráncfort, pero, aunque no lo diga en voz alta cifra, sus esperanzas a que la atención de los mercados se dirija hacia Italia y su proceso electoral, o a que la extensión de la recesión en Europa acabe aligerando los plazos para el cumplimiento de los objetivos de déficit. De Guindos, poniéndose la venda antes que la herida, realiza una lectura 'sui generis' de la compra de deuda que realizo en BCE en los últimos meses de Gobierno socialista, a los que califica como 'rescate', sin tener en cuenta que en esa ocasión España no fue la única beneficiada, como sí pasaría si ahora recurre a la autoridad monetaria europea en solitario.


Y quedan las 'señales alentadoras', nueva versión de los 'brotes verdes' que el Gobierno se empeña en destacar de la mano de la buena evolución de la balanza de pagos. Lleva razón De Guindos cuando afirma que el ministro de Economía 'siempre tiene que dar un mensaje positivo'. Lástima que los seis millones de parados ensombrezcan cualquier pronóstico.

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