Opinión

Más reformas pendientes

El presidente del Gobierno comenzó su andadura al frente del Ejecutivo en 2004 con la propuesta de modificar la Constitución en cuatro aspectos y cierra su etapa de Gobierno con otra propuesta de reforma constitucional que puede correr mejor suerte.

De las reformas constitucionales de primera hora propuestas la más problemática era la más evidente, aquella que se refiere a la igualdad entre hombres y mujeres en la sucesión de la Corona, que ha de realizarse por el procedimiento de reforma agravada que exige la disolución de las Cortes y la celebración de un referéndum para que los ciudadanos validen el cambio. Como existe un miedo atávico a abordar cualquier cuestión relacionada con la Monarquía, y más a través de un referéndum, que distintos sectores tratarían de convertir en un plebiscito sobre la Monarquía, esta reforma duerme el sueño de los justos, y como por el momento no existe ningún problema en cuanto a la línea sucesoria porque la fortuna se ha aliado con la política, se ha obviado una reforma que en algún momento habrá que abordar para acabar con ese anacronismo en la Constitución Española.

La otra reforma propuesta era la conversión del Senado en una verdadera cámara territorial un propósito igualmente fallido y de gran calado institucional, y la otra dos tenían un carácter muy significativo pero menos profundo: que cada comunidad autónoma apareciera con su nombre oficial y hacer una referencia a la Constitución europea en la Carta Magna. Aún hubo otra propuesta más, la de sustituir la referencia a los disminuidos en el articulo 49 por la de discapacitados.

Ocupados como estaban los partidos, uno en la deslegitimación de los resultados del 14-M y otro en la aplicación de su programa electoral de carácter más progresista desaprovecharon la oportunidad de acometer las reformas constitucionales en un texto que más de treinta años después de su promulgación necesita de ciertos retoques. Los resultados electorales determinaron que los dos grandes partidos cuenten cada uno de ellos con el mayor número de escaños de todas las legislaturas en las que no han conseguido mayorías absolutas y que puedan abordar la reforma propuesta con la garantía de que no será necesaria la celebración de un referéndum porque el resto de partidos que se oponen a ella no reúnen el número suficiente de diputados o senadores para exigirla.

Y como en la anterior y única reforma constitucional realizada en 1992, para que los ciudadanos comunitarios pudieran votar y ser elegidos en las elecciones municipales, en esta ocasión la ‘sugerencia’ sobre la propuesta de Zapatero vuelve a venir desde el núcleo duro de la Unión Europea, pero sin que se haya adoptado una posición común y por tanto reeditando otro aspecto de la Europa a dos velocidades.

Repuestos de la sorpresa preparada por consenso entre Zapatero y Rajoy y la aquiescencia a regañadientes de Rubalcaba –que había sido el heraldo de las buenas noticias y al que le han segado la hierba bajo los pies, cosa de la bicefalia-, comienza ahora el navajeo político de los portavoces de segunda fila, las protestas nacionalistas y los análisis sesudos que dicen que la prisas no son buenas consejeras y que de la Constitución hay más cosas, y si cabe más importantes, que reformar.

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