Opinión

LA DECISIÓN DE GRIÑÁN

De forma sorprendente José Antonio Griñán se acaba de cargar el trabajo de la Ejecutiva del PSOE en la que él se sienta como presidente del partido. Cuando se había pacificado, al menos de puertas para afuera, el debate interno, y parecía que habían dejado de mirarse el ombligo para trabajar en su renovación programática, el presidente andaluz ha reabierto todos los debates con su anuncio de que no volverá a presentarse como candidato a la reelección como presidente de la Junta de Andalucía.


Con su decisión, adoptada apenas catorce meses después de ganar las elecciones andaluzas, Griñán pone en un brete al secretario general de su partido, Alfredo Pérez Rubalcaba, que mantiene la incógnita sobre su decisión de presentarse de nuevo como cabeza de cartel socialista y que ha tenido en él un parapeto frente a quienes urgían a que se abriera el debate sucesorio para recuperar fuerza, visibilidad y prestigio ante unos votantes que siguen castigando al PSOE en las encuestas. En los mentideros se afirmaba que Rubalcaba habría hablado con Griñán de que no sería el candidato y que por ese motivo, el presidente andaluz frenó en todo momento el debate de los candidatos, a pesar de que la federación que dirige no dudó en apoyar a Carme Chacón en el último congreso socialista.


Pese a los intentos de separar la decisión personal de José Antonio Griñan de la estrategia del partido, lo cierto es que acaba de ponerla patas arriba. Si la última razón del presidente andaluz es iniciar el proceso de renovación generacional cuando las elecciones andaluzas están previstas para después de las generales, Rubalcaba queda en evidencia con su decisión de no abordar el proceso sucesorio hasta después de las elecciones autonómicas y locales; y no parece que al presidente socialista le importe exponer a su futura delfín ?la consejera de Presidencia de su Gobierno, Susana Díaz, es quien cuenta con más posibilidades de partida de aspirar a sucederle- a la posibilidad de que sus adversarios intenten 'abrasarla' antes de tiempo, explicación que a veces se utiliza para retrasar la elección en primarias del próximo candidato socialista.


El PSOE-A va a vivir a partir de ahora y durante un largo periodo de tiempo una situación de bicefalia entre un secretario general y un candidato a la Junta, que siempre que se ha dado ha sido fuente de problemas internos, y dada la voluntad de José Antonio Griñán de acabar la legislatura como presidente andaluz es muy difícil que no vuelvan a suceder en esta ocasión, porque el aspirante en un momento u otro tendrá que marcar distancias sobre su predecesor y presentar su propio perfil. Es previsible que Griñán haya valorado ese riesgo del que él mismo fue protagonista hasta que logró aunar el cargo en su partido con el institucional. Al menos las encuestas permiten a los socialistas abordar la nueva situación creada con un amplio margen de ventaja sobre un Partido Popular que aún no se ha repuesto de la derrota de las últimas elecciones.


Izquierda Unida, socios de gobierno del PSOE-A, de manera formal no ha querido inmiscuirse en una decisión orgánica que corresponde a otro partido, pero no por ello dejan de temer que las turbulencias que puedan producirse dentro de ese partido puede afectar al Ejecutivo andaluz, el principal escaparate de su gestión de gobierno, y que le reporta buenos réditos políticos.


La decisión de Griñán es una nueva demostración de la capacidad de los socialistas de pegarse un tiro en su propio pie y de ser incapaces de proporcionarse el sosiego necesario para abordar su renovación de proyecto y liderazgo.

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