El congresista imputado

El juez del Tribunal Supremo que instruye las causas que inciden en el ex ministro y ex secretario general del PSOE, José Luis Ábalos, ha resuelto no conceder prisión provisional para el investigado quien habrá de responder en las próximas fechas a la imputación por tres delitos aparentemente muy graves: cohecho, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos. El juez Puente libra a Ábalos del ingreso en la cárcel aunque el auto de libertad que ha redactado reconoce el riesgo de una posible fuga y advierte al ex ministro de que su situación de libertad no es definitivo y puede modificarse en virtud de que ese riesgo pueda aumentar y sea necesario otro tratamiento.

El magistrado se sorprende también de que el personaje cuya causa instruye pueda seguir, en estas condiciones y con signos que para él son evidentes de lucrarse durante años aprovechando su condición de privilegio, manteniendo su condición de diputado. Y se pregunta cómo alguien cuyo patrimonio ha aumentado muy sensiblemente por aportaciones constantes de dinero no justificado procedente del exterior y ningún menoscabo patrimonial aparente debido al gasto, puede mantener esa condición que implica legislar, operar con caudales públicos y manejar fondos de los contribuyentes, y en definitiva, responder a todas y cada una de las altas funciones que corresponden a la labor de un miembro del Congreso de los Diputados.

Francamente, si el juez que instruye las causas que acusan a Ábalos y que trata de desentrañar la maraña de actividades presuntamente ilícitas de las que le hace protagonista –su compadre de aventuras Santos Cerdán sí está en prisión- es evidente que una gran parte de los ciudadanos a los que les toca padecer semejante excentricidad están tanto o más estupefactos que el juez que investiga al antiguo secretario general de los socialistas. Ésa condición de legislador, diputado, actor político y tantas otras facetas públicas son además remuneradas y muy generosamente, haberes y complementos que el sujeto sigue percibiendo pendiente de su futuro. Un panorama delirante si se me permite comentarlo.