El Celta juega con el histerismo

Los jugadores del Celta reflejaban en sus caras la impotencia de no haber podido ganar otra vez.
photo_camera Los jugadores del Celta reflejaban en sus caras la impotencia de no haber podido ganar otra vez.
La charla con un sector de la afición, la lesión de Mallo y la escolta policial del presidente enrarecen el ambiente

Peor que la situación clasificatoria es la situación nerviosa. El Celta rozó la histeria tras el empate del pasado martes ante el Girona en Balaídos, incluso antes de conocer la victoria del Valladolid y pese a que el desempeño del equipo en este duelo no fue el peor de las últimas semanas. La mala digestión de la realidad que obliga a pelear por la permanencia las dos últimas jornadas llevaron a vivir momentos un tanto desquiciados y, a todas luces, perfectamente evitables. 

 

 

La actuación de la inmensa mayoría de la afición fue correcta: ánimo durante el partido y quejas después. Incluso hubo quien cantó en contra del presidente con todo derecho, más allá de ser un vestigio de cuando los máximos mandatarios no eran los dueños de los clubes. La situación empieza a torcerse cuando gran parte de los futbolistas, con el capitán Hugo Mallo, consideran que es necesario dar explicaciones puntuales a algunos de los aficionados de la grada de animación. Una charla en caliente que nada aporta al conjunto del celtismo. Y que se cerró con la mala fortuna de la lesión de Mallo al golpear con rabia una valla en su camino hacia el vestuario. Obviamente, un accidente, pero significativo de un estado de ánimo colectivo.

Ése que también llevó a que el presidente del club, Carlos Mouriño, saliese de Balaídos escoltado por efectivos de la Policía Nacional que se encontraban allí dentro del dispositivo habitual que se monta alrededor del equipo rival. El club aclara, en este sentido, que no fue él el que reclamó la presencia policial por las quejas que proferían un grupo sin determinar de aficionados celestes.

Todo lo sucedido viene a unirse a la realidad clasificatoria para generar una sensación de histerismo que amenaza con matar el proyecto antes de que muera. No hay una receta clara para mantener los nervios en situaciones delicadas. Pero ésta es nefasta.

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