El Celta aprendió a madrugar

El Celta tiene una puesta en escena brillante. Al menos, en comparación con el resto de la Liga. Su producción realizadora en los minutos iniciales de los encuentros está entre las mejores de la competición, pese a que en el imaginario popular quedan aquellas remontadas que parecían norma con Claudio Giráldez en el banquillo. De hecho, desde las logradas en las dos primeras jornadas, ante Alavés y Valencia, no han vuelto a producirse más.

Pese a la pérdida de adrenalina, no deja de ser una señal de que el equipo ha mejorado en la salida al campo. Ya no se deja sorprender tanto y, de hecho, sorprende él. Así, los célticos han logrado casi la mitad de su goles en la primera media hora de juego: 9 de 20. Un arranque tan raudo sobre la meta rival únicamente lo supera en lo que va de temporada el todopoderoso Barcelona, con 12 dianas. De hecho, los culés son los únicos que superarían a los celestes en una clasificación de esos primeros 30 minutos, a los que los célticos sólo han llegado por detrás en el marcador en dos ocasiones.

En la recta final de la primera parte comienza a romperse un poco el desempeño. Pero el límite del descanso sigue siendo positivo para los intereses celestes, como demuestra que esos primeros 45 minutos son más productivos en goles a favor que los segundos: 11 por 9. Y también en la propia meta son más edificantes las primeras mitades de los encuentros, con 10 tantos recibidos por los 12 tras el parón del intermedio.

Si todo se sustanciase en los primeros 45 minutos, el Celta disfrutaría ahora mismo de puestos europeos -sexta plaza-. Como los partidos duran 90 minutos, se tiene que contentar con la undécima, que no está mal. En cualquier caso, aquella necesidad de remontada para sumar victorias ya no existe. Hace ya 11 jornadas. Lo que demuestra que el equipo evoluciona. Y también sus rivales.