La tranquilidad del Celta

El punto sumado el pasado domingo en el Benito Villamarín no es mucho, pero suma. Sobre todo, en ese ambiente de tranquilidad tan echado de menos por los lares del Celta en los últimos años y que estuvo amenazado hace apenas quince días, cuando un solo triunfo en seis jornadas creó las primeras urgencias. La victoria ante el Getafe y el empate contra el Betis devuelven al equipo, justo en el tercer parón liguero de la campaña, a ese estado de serenidad que otorga ver las plazas de peligro de lejos.

Los 17 puntos que atesora el conjunto vigués le permiten moverse en la décimo primera plaza -la más baja que ha catado en este arranque de temporada-, a tres puntos y cinco puestos de puestos europeos y con un margen de siete puntos y otras tantas plazas sobre las tres últimas posiciones, las que condenan a Segunda a final de curso. Esta distancia con el precipicio no la disfrutaba el Celta tras el primer tercio de competición desde la campaña 17/18, aquella con Juan Carlos Unzué en el banquillo.

Por entonces, el bloque celeste tenía los mismos 17 puntos y el mismo balance de 5 victorias, 2 empates y 6 derrotas. Eso sí, vivía un par de puestos más arriba, ya que era noveno. Por entonces, este rendimiento se catalogó de escaso y aquella campaña, con un arranque algo más abrupto que el actual -se rozó el descenso en las primeras jornadas-, de aburrida. Se venía de la era Eduardo Berizzo, con clasificación europea dos temporadas antes y semifinales de Liga Europa hace pocos meses, y se prescindió de Unzué en busca de retormar un impulso ganador.

La tranquilidad un tanto despreciada aquel curso ha sido buscada con ahínco desde entonces. Y este Celta de Claudio Giráldez la está dando por el momento. De entrada, marca la mejor cosecha de puntos después de trece jornadas desde aquel ya lejano 2017. Lo más cercano son los 16 del curso 20/21, cuando el equipo estaba a estas alturas inmerso en la racha triunfal que trajo consigo la llegada de Eduardo Coudet para suplir a Óscar García Junyent. Con todo, por entonces la renta con el descenso era de apenas cuatro puntos y con el colista, de sólo cinco.

El inicio del camino, por lo tanto, es el deseado. No hay peros en el tercer parón competitivo relajado que ofrece el Celta de Claudio Giráldez. La tranquilidad, ya olvidada, era esto.

El tramo que fija el destino

La primera mitad de la temporada ha estado divivida en porciones por los tres parones de fechas FIFA habidos, el tercero ahora mismo en curso. El Celta ha saldado esas tres porciones con resultados, en el global, positivos, esquivando rachas negativas y sin llegar a alcanzar ninguna excelente.

Así, en las primeras cuatro jornadas, previas al primer paréntesis de seleciones, sumó 6 puntos (2 victorias y 2 derrotas; 1,5 por duelo). El segundo tramo contó con cinco jornadas y el conjunto vigués copió lo realizado en el inicial sumándole un empate, con lo que engordó 7 puntos, 1,4 por jornada. Y el recién terminado ha sido, de momento, el menos productivo sin llegar a ser preocupante: cuatro partidos con una victoria, un empate y dos derrotas para 4 puntos, 1 por encuentro. Obviamente, todo condicionado por el calendario al no tener todos los rivales el mismo nivel.

Ahora toca afrontar otra porción hasta el parón de Navidad, que en Liga será de dos semanas -con el primer fin de semana del año destinado a la Copa-. Serán cinco encuentros sin jornada entre semana que al Celta le supondrán la visita a Vigo de Barcelona (líder), Mallorca (noveno) y Real Sociedad (8º) y salidas ante Espanyol (18º) y Sevilla (13º). Para cerrar la primera vuelta quedará pendiente aún un partido pero este tramo debe definir cuál será el horizonte céltico esta temporada.