Impotencia posicional

La roja de Chust abocó al Celta a un dominio posicional algo estéril.
photo_camera La roja de Chust abocó al Celta a un dominio posicional algo estéril.
El segundo tiempo en superioridad invitaba a la esperanza, sin embargo, la falta de soluciones colectivas en ataque posicional volvieron a surgir

El Celta de Benítez transita bien. Es un hecho. Como lo es también su inoperancia en ataque posicional. Ayer, contra el Cádiz, volvió a emerger esta carencia. Y jugando una hora con uno más. La insistencia salvó un empate y hubo ocasiones de sobra para ganar, pero dejar este tipo de escenarios en mano de la inspiración y el entendimiento individual de Mingueza y Aspas es muy peligroso. 

A ritmo de balada triste

Dada la situación del equipo vigués y la condición del partido, en casa ante un rival directo, cabía esperar una salida agresiva, con presión alta y velocidad de balón. Lo que viene siendo el salir a ganar de toda la vida. No fue así. El Celta se mostró especulativo, reservón y dejó que la iniciativa con la pelota al Cádiz. Más allá de alguna transición y de la profundidad de Manu Sánchez, los locales no amenazaban.

Espesura lavolpiana

El paso de los minutos empezó a obligar al conjunto de Rafa Benítez y la posesión comenzó a equilibrarse. En esa tesitura, la gran novedad en el once empezó a desarrollar su rol con balón. En las construcciones desde atrás -que tampoco fueron tantas-, Renato Tapia se incrustó entre centrales para generar superioridad ante la doble punta Roger-Ramos. De esta forma, la pelota llegaba a la siguiente línea en buenas condiciones. Ahí empezaban los problemas para un equipo de nuevo incapaz de condicionar al rival a través de la pelota. 

El doble error del gol

Carl Starfelt padeció un proceso gripal esta semana que rebajó su nivel en los entrenamientos. Pese a ello, Benítez apostó por su jerarquía para el once titular. El caso es que, ya fuera por su gripe o no, el sueco cuajó una primera parte muy deficiente que quedó reflejada en la acción del gol del Cádiz. Error en la defensa del juego directo que permitió a Iván Alejos recibir cómodo en banda para centrar. Y nuevo fallo en la marca a Chris Ramos, que le gana la espalda para rematar a la red. Los fallos individuales se pagan. Más aún si son dobles.

La roja cambia el decorado

La expulsión de Chust abrió una puerta al Celta. De repente, con un hombre más, el obligado dominio celeste por su desventaja en el marcador se convirtió en imperativo. Y no lo gestionó mal el cuadro vigués pese a la ansiedad de la situación. Hasta 12 veces fue capaz de chutar en la primera mitad el Celta. Solo faltó el acierto.

Lo que se le ocurra a Mingueza

El segundo tiempo en superioridad invitaba a la esperanza. Sin embargo, la falta de soluciones colectivas en ataque posicional volvieron a surgir. No muchos mecanismos, pocos automatismos y menos alternativas. Todo pasa por Aspas -menos inspirado que de costumbre ayer- y por un Mingueza que sí ofreció argumentos. De su talento llegó el gol y la mayor parte de la producción ofensiva. Siempre desde lo individual. Desde lo colectivo, impotencia posicional.

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