Impotencia en Balaídos

Sólo pudo empatar ante el Cádiz un partido que empezó perdiendo y que jugó contra diez más de una hora

Publicado: 05 dic 2023 - 01:00 Actualizado: 06 dic 2023 - 08:29

Larsen marcó, pero el Celta es incapaz de ganar. // J.V. Landín
Larsen marcó, pero el Celta es incapaz de ganar. // J.V. Landín

El Celta es incapaz de ganar. Ni ante un rival que jugó más de una hora con un futbolista menos. Es un mal generalizado, pero eso no consuela. El equipo vigués nunca se ha mantenido en Primera con una racha de más diez partidos sin ganar. Lleva once. Y Balaídos continúa siendo un hogar sin premio.

Comenzó el Celta con temor, con esa sensación de día especial, en el que el fallo no tiene cabida. Porque todos los futuribles nefastos que se te aparecen en sueños y en vela tienen su peso entre el subconsciente y la conciencia y se traslada, vía nerviosa, hasta las piernas y, lo que es peor, hasta las ideas. Por eso, el bloque celeste pensó en que mejor era masticar el aire hasta que se volviese menos denso, hasta que cada respiración pasase de ser una orden consciente a un acto mecánico. Dejar pasar el tiempo para que el cerebro entrase en calor. Porque ya tu hogar se te hace extraño, ya no reconocer cada mueble y cada esquina y hay que recuperar los espacios con miedo a la oscuridad.

El problema de tomarte un tiempo cuando hay otro protagonista es que tienes que contar con el otro. Y al Cádiz lo liberó ver que el rival tenía más miedo que él. Que todavía hay niveles en la falta de confianza y que hay quien va detrás de ti recogiendo los restos de fortaleza mental que tú desprecias. Desde esa superioridad, nimia pero superioridad, el conjunto andaluz se permitió incluso mandar en posesión, aspecto del juego que le es más extraño que a ningún otro equipo de Primera.

Además, el Celta no hacía daño. Se quería clavar como un cuchillo pero acariciaba como una cuchara. Porque hubo llegadas para centrar por banda pero Jorgen Strand Larsen estaba tan excelso en el desmarque como errático en el remate. Mientras el noruego ajustaba parámetros, golpeó el Cádiz. De manera sencilla. Saque de portería que ataca desde atrás Starfelt midiendo mal el salto, con lo que el balón le llegó a Roger para abrirlo a banda. Allí, un fajador como Alejo dibujó un gran centro al corazón del área donde Chris Ramos cabeceó a gol tras alejarse de Starfelt. El sueco, que el domingo no pudo entrenar por un proceso catarral, tosió dos imprecisiones que el rival aprovechó.

En las condiciones actuales del Celta, los golpes que más duelen son los de realidad. Ahora, el miedo crecía: ya no era a no ganar, sino a perder. El equipo celeste basaba su fútbol en lo habitual, aunque con Renato Tapia -hiperactivamente acertado- en el centro del campo por Fran Beltrán. Por una vez, el centro del campo celeste era protagonista, con De la Torre trasladando la mayor parte de los balones hacia el área rival. Mingueza y Larsen probaron suerte -mala-.

Corría peligro el partido de volverse insoportablemente pastoso. Lo evitó, una vez más, una sacudida arbitral, pero esta vez a favor. Bamba metió un balón en profundidad hacia un gran desmarque de Aspas hacia la meta rival. Víctor Chust frenó al moañés con un agarrón y, pese a la presencia de más defensas gaditanos en la línea, Gil Manzano enseñó la cartulina roja al central visitante. Era el minuto 32 y el destino le hacía un guiño al Celta, que pasó a un ataque continuo frente a un contrincante encerrado y con un acertado David Gil en la portería.

Tras el largo descuento de la primera parte, los locales no querían que el descanso les quitase ritmo. Probó Benítez con los mismos hombres pero enseguida apreció que hacía falta dar un giro. Se fueron Starfelt y Kevin para desarmarse un tanto atrás, con Tapia de central y Mingueza de falso lateral derecho, y armarse un poco arriba, con Sotelo de pasador y Carles Pérez de desequilibrador y, tal vez, rematador.

La apuesta enseguida tuvo premio. Porque el lateral derecho-mediapunta Mingueza vio que el juego no debía seguir la tendencia hacia la derecha en una circulación y sorprendió colgando hacia la llegada de Manu Sánchez. El centro del ex de Osasuna lo remachó a gol Larsen en el segundo palo.

Quedaba más de media hora. Mucho tiempo. Pero el Cádiz tiene oficio de sobra para defenderse encerrado; y al Celta le falta calidad cuando los espacios se reducen. Las ocasiones que antes aparecían se fueron difuminando y sólo quedaba el recurso de los disparos desde fuera del área y de balones colgados sin visos de remate.

La efervescencia del gol y de los minutos posteriores se fue quedando en agua tranquila. Un cabezazo de Bamba ya en el descuento de nuevo permitió descubrir que David Gil es un gran portero entre palos. Fue el epílogo de otro intento baldío. El undécimo.

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