El escritor que puso a Vigo en el mapa literario

LUTO EN LA LITERATURA

Domingo Villar siempre eligió su ciudad natal para ubicar las novelas de Leo Caldas que lo catapultaron a la fama

Domingo Villar, en Praza de Compostela con su último libro publicado, que presentó en la última entrevista que concedió a Atlántico.
Domingo Villar, en Praza de Compostela con su último libro publicado, que presentó en la última entrevista que concedió a Atlántico.

“Vigo me dio un escenario maravilloso en el que ambientar mis novelas”. Así habló Domingo Villar de su ciudad natal el pasado 23 de marzo cuando recogió el premio de Vigués Distinguido. Y es que él se empeñó, y consiguió, poner a Vigo en el mapa literario, incluso viviendo en Madrid. Las tres novelas del inspector Leo Caldas tratan a la ciudad –y al mar que tanto la caracteriza– casi como un personaje más. Por eso recibir el máximo reconocimiento el pasado mes de marzo fue tan especial para él.

Sin embargo, la última vez que Villar se sentó a hablar para Atlántico no lo hizo como el exitoso autor de novela negra en gallego que había conquistado tanto a jóvenes como a mayores, sino que lo hizo para presentar “Algunos cuentos completos”, una colección de relatos cortos que había escrito a lo largo de diferentes etapas de su vida y que estaban ilustrados con linograbados de su amigo Carlos Baonza. Fue una mañana de septiembre en la que, con la misma ilusión con la que hablaba de sus novelas más icónicas, Domingo desgranaba este pequeño proyecto que nació a raíz de la pandemia: “Me pareció el momento idóneo para celebrar la vida y la amistad y compartir estos relatos íntimos, alegres y amables en una publicación con los dibujos de Carlos”.

Amante incondicional de las historias, Villar en un principio había concebido estos relatos como “regalos para gente concreta”. Regalos que, tras la dura época del confinamiento decidió compartir con todo el mundo. “Lo que me inspiraba era pensar en la reacción de mis amigos cuando recibiesen estos cuentos”, confesaba entre sonrisas, pues para él no existía mejor obsequio que una historia. “Los cuentos parecen obras menores al lado de las novelas, pero yo creo que tienen una magia propia y en ningún caso creo que sean literatura menor”, explicaba el autor vigués en las páginas de Atlántico el pasado mes de septiembre. Además, su gran ilusión era que estas historias que tanto significaban para él iban acompañadas de linograbados ex profeso de su gran amigo Carlos Baonza, al que también dedicaba unas palabras: “Sus dibujos le dan una entidad mayor a los relatos, no son unos grabados sin más porque cualquier página podría estar en un museo. Sus ilustraciones hacen que mis pequeños relatos vuelen más alto”.

Como broche final de esta pequeña conversación, Villar confirmaba que su intención era publicar una nueva novela de Leo Caldas en los próximos años y que su proyecto más inmediato era una adaptación teatral de la que habría novedades “esta primavera”. Domingo se ha ido repentinamente, pero Leo Caldas y sus pequeños “cuentos completos” quedarán para siempre en el imaginario colectivo de su ciudad natal.

"Cada capítulo de una novela es un relato más con introducción, nudo y desenlace"

Para Domingo Villar, escribir era algo que le salía natural. Desde los cuentos hechos como regalo para sus amistades hasta las intrincadas novelas de misterio protagonizadas por Leo Caldas, el autor vigués consiguió hacer de su pasión su profesión y, gracias a su talento, alcanzó grandes niveles de admiración a lo largo de toda la geografía española.

Él mismo reconocía en su última entrevista a Atlánticoque convirtió la simplicidad y la naturalidad en su mayor arma a la hora de sentarse a escribir: “Cuando yo me enfrento a una novela no pienso en una escalera que tengo que subir, sino en el siguiente peldaño”. Así, cada capítulo de uno de sus libros “es un relato más con introducción, nudo y desenlace; una pequeña puerta para que el lector pueda pasar al capítulo siguiente”.

Es por eso que Villar afrontaba con la misma ilusión los relatos cortos que las grandes novelas, con la única diferencia de que estas últimas “tienen el hilo de la trama que acelera la historia”, por lo que en el caso de los cuentos y las pequeñas historias “hay que retorcer la aventura para completarla y que tenga entidad propia”.

Contar historias

Lo que más fascinaba a Domingo Villar era “fabular, contar historias”. Por eso no le importó compartir los cuentos que había escrito en un contexto más íntimo con todos sus seguidores. Por eso seguía trabajando, incansable, en las aventuras de Leo Caldas tanto en formato novelístico como en el teatral.

Aunque la mayoría de su obra publicada es en forma de novela, el autor vigués se sentía cómodo tanto en el relato corto como en las largas historias, aunque matizaba: “El cuento tiene una exigencia mayor, pues en una novela alguna página puede no estar tan atinada y luego hay tiempo de volver atrás y reexplicar las coasas, pero los relatos exigen síntesis y mantener el pulso muy firme, mucho más que en una novela”.

Pero al final, el ansia de contar historias le hacía desviarse en sus propias novelas hacia los cuentos, como confesaba en la última entrevista que concedió a este periódico: “En mis libros hay pequeñas aventuras en forma de personajes a los que les ocurren cosas inesperadas que tienen la misma alma que los cuentos que escribía para mis amistades”.

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