Manuel Bouzas: "Las casas de piedra son más ecológicas que las construcciones de hormigón del siglo XX"

Manuel Bouzas Barcala es arquitecto y Premio Princesa de Girona Artes 2025

Manuel Bouzas Barcala en Almería.
Manuel Bouzas Barcala en Almería.

Manuel Bouzas Barcala (Pontevedra, 1993), arquitecto y docente en las Universidades de Cornell y Harvard, es el primer pontevedrés en ganar el Premio Princesa de Girona Artes 2025.

¿Qué significa para ti el recibir este reconocimiento?

No me lo esperaba, honestamente, porque fue un proceso con 500 candidaturas presentadas entre todas las categorías. Al final quedamos 5 y tuvimos que sintetizar en cinco minutos la trayectoria y allí me quedé fascinado con todos mis compañeros. Yo jamás pensé que un arquitecto pudiera tener gancho. De repente, cuando leyeron mi nombre subí rápido las escaleras para que no les diera tiempo a rectificar, porque no me lo creía.

Tus líneas de trabajo combinan el diseño y la ecología para reducir la huella de carbono, ¿cómo se logra eso?

El sector de la construcción es responsable del 40% de emisiones y, al mismo tiempo, sabemos que tenemos que seguir construyendo porque las ciudades crecen y eso explica la crisis de vivienda que tenemos. Cuando hablamos de emisiones ya uno puede establecer criterios de diseño y decidir qué materiales consumen menos. Eso te lleva a unas maneras de edificar que son muy diversas. No es lo mismo construir con piedra, cuyas emisiones son cero, que el hormigón, que tienes que mezclarlo con cemento para al final obtener el mismo producto. Hay construcciones que son cálidas y llevan con nosotros milenios como son las casas de aldea con piedra y musgo, las vigas de madera… ¿En qué momento se dejó de hacer eso? Es mucho más ecológico que lo que pasó con la construcción en el siglo XX. Por ello, diseño y ecología es puro sentido común y es, a veces, revisar lo que han hecho otras generaciones anteriores. Eso es Galicia. 

Como pontevedrés, ¿qué opinión profesional tienes sobre la transformación urbanística de la ciudad?

Creo que es de las ciudades más amables, peatonales y humanas que tenemos en España y en Europa. Admiro mucho la decisión que se tomó a principios del año 2.000, de cortar el tráfico rodado y que hoy se ha probado exitosa. Sin embargo opino que es una ciudad que, debido a esa limitación, tiene difícil su crecimiento, pero conserva un carácter único atemporal. Como asignaturas pendientes que pueda tener Pontevedra, quizá sea la recuperación de espacios verdes porque no tenemos tantos. Ahora se empieza a rehabilitar el río Gafos. El contacto con la ría y el Lérez no está resuelto todavía. 

¿Hacia dónde va entonces el futuro de la vivienda? Se habla de las casas pasivas.

Las viviendas pasivas son una cosa comercial porque la gente puede ahorrarse dinero en la factura del mes. En arquitectura lo que puede ayudar a la descarbonización son las emisiones de los materiales. Por un lado, están las incorporadas y por otra las operacionales. Las incorporadas se refieren a los materiales antes de su proceso de fabricación, que es en lo que yo me centro habitualmente, y una vez que el edificio está resuelto empiezan las operacionales, que son el aire acondicionado, la luz, calefacción… Eso supone un 30% de emisiones, pero realmente el problema está en los materiales, que desprenden el otro 70%.

¿Es la rehabilitación parte de ese futuro?

La rehabilitación es importantísima, es casi lo primero que hay que hacer. Antes de construir nada, lo primero es no construir porque rehabilitar es un campo muy bonito lleno de posibilidades.

Te eligieron junto a otro gallego, Roi Salgueiro, como comisario del pabellón de España en la Bienal de Venecia, ¿en qué consiste este proyecto?

Es el proyecto más importante de nuestras carreras y el más difícil porque estamos trabajando con 70 personas y lo hemos hecho en un tiempo récord. La propuesta se concibió en Santiago de Compostela a finales de verano donde tomando un café surgió la idea de presentarnos. Ganamos el concurso que convoca el Ministerio de Cultura y, a partir de ahí, nos pusimos a trabajar. Roi fue mi profesor, hicimos un trabajo sobre la energía eólica en Galicia que lo presentamos a la Bienal. Llega un momento en que la palabra sostenibilidad se agota y hay que buscar estrategias. Nosotros definimos cinco de ellas en las que España está haciendo las cosas muy bien. Por primera vez en la historia, una exposición de arquitectura no solo hablará de arquitectura sino también de los espacios en los que impacta. Va a haber sorpresas importantes que aún no puedo desvelar.

¿Tienes algún proyecto que te gustaría hacer en Galicia?

Nadie es profeta en su tierra. Por cosas de la vida trabajé en Roma, en Venecia, en Valencia… Y en Galicia nunca. Pero si mañana el alcalde de Pontevedra me dice que le gustaría que le ayudase con algo, reconvertiría la plaza del Gremio de Mareantes en el mejor parque de toda Galicia.

¿Cuál fue la obra más compleja que has realizado hasta la fecha?

Quizás la obra que más me ha costado sea el proyecto de Valencia, que es una catenaria gigante. Hicimos la persiana más grande del mundo con 300 metros cuadrados que descolgaban como un gran toldo. Nos tuvimos que inventar los mecanismos y fue un milagro. Fue lo más técnicamente difícil que he hecho hasta ahora. 

¿Qué consejos le darías a los recién graduados en arquitectura? ¿Vive el sector un buen momento?

Entré en la universidad cuando todo el mundo no me recomendaba ser arquitecto. Era el año 2011, tres años después de la crisis del ladrillo, y este discurso me lo he masticado hasta que llegué a EE.UU. Ahora hace unos años que parece que empiezan a ir las cosas bien. Mi consejo es que todos aquellos que tienen una inclinación por algo, que lo sigan, pues no hay nada más bonito que dedicar tu vida a lo que es tu pasión.

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