Oda a la chulería

Publicado: 12 dic 2024 - 10:04

La bochornosa estampa de la diputada Nogueras adoptando gesto de perdonavidas y aleccionando a todo un presidente del Gobierno para que mueva el culo y cumpla con lo prometido en Cataluña, ofrece a cualquiera que tenga capacidad de análisis una nítida visión del pozo en el que está cayendo el diálogo parlamentario y la deriva suicida que amenaza a una institución cuyo cuidado y respeto deben primar por encima de disensiones partidistas porque estamos tratando sobre la casa de todos y el lugar donde se dan cita las ilusiones, los deseos, las apetencias y las necesidades del pueblo soberano. En un recinto de las características del Congreso de los Diputados hay que adoptar un compromiso ético que debe ir acompañado de un tratamiento exquisito de las normas de comportamiento. La diputada independentista Miriam Nogueras, vicepresidenta a su vez de Junts, ha decidido pasar a las actas de la cámara -que no a la Historia por mucho que se empeñe en significarse para conseguirlo- a base de la aspereza y el desplante, expresadas ambas posturas con el desgarro en lengua vernácula que acompaña permanentemente a sus planteamientos gestuales, sus modales histriónicos y su no suficiente cultura. No es una forma muy adecuada para ganar la batalla del debate, pero ella sabrá y lo sabrán sus asesores a los que supongo responsables de recomendarle que se parezca a Rüdiger cada vez que le toca subir al estrado a abrir la boca y fruncir el entrecejo.

En todo caso, la impostura novelesca e insufrible de la diputada catalana no es lo peor de estos lamentables cuadros de sainete que salpican cada vez con más frecuencia el comportamiento común de sus señorías. El talante de Nogueras es un perfil insufrible y también intolerable, y si queremos que nuestro parlamento se parezca al de un país de primera división en lugar de algunos otros en los que abundan las sesiones que acaban a bofetadas, hay que comenzar por estabilizarlo y la situación de la mayoría gobernante es tan inestable y prisionera de sus propias debilidades que propone un escenario en el que lo más fácil es la bronca, el puro insulto y la falta de respeto. A un presidente con autoridad, solidez de criterios, veracidad y mando no se le plantea un diálogo de barra de bar a la hora de los boquerones en vinagre, pero Sánchez en estos momentos está más cerca del mus que de la excelencia. Por eso pasa lo que pasa.

Contenido patrocinado

stats