Un modelo o el otro en la Diputación

Oportunidad perdida, desconocer la realidad de Vigo o quizá adolecer de falta de visión del conjunto. Todo eso se podría decir de la decisión final del PP sobre la Diputación, que si es la que se desliza desde sus órganos, servirá de potente munición… para sus rivales, deprimidos en la noche del 28, felices ahora al imaginarse a un concejal del Deza desplazando a la candidata popular en Vigo. En aquellas horas electorales, tras la sorpresa, todo estaba bastante claro: Marta Fernández Tapias iba a ser la nueva presidenta por múltiples razones, entre ellas no la menor la necesidad de colocar a un responsable político con visibilidad; y además parecía seguro el aval del presidente Alfonso Rueda. Al menos eso creían en el PP vigués. A partir de ahí se comenzó a torcer hasta llegar en apariencia al resultado contrario. En definitiva, los populares han montado un lío de un éxito inesperado que parece no han sabido digerir ni gestionar de forma inteligente. La cuestión es en realidad sencilla: hay que elegir entre dos opciones: o una Diputación con clara acción política y mando en plaza, como hizo acertadamente el PSOE al colocar a Carmela Silva al frente durante ocho años, o vuelta al modelo de siempre del PP, el que encarnó Rafael Louzán, un presidente provincial que era concejal de un pueblo pequeño para dirigir un organismo de espaldas a las ciudades, con mínima proyección, sin interés, que pase desapercibido y donde los alcaldes del rural puedan hacer y deshacer. Al parecer, lo segundo.

A Marta Fernández-Tapias le ha hecho una faena el PP provincial con fuego amigo y sin ningún motivo, por cuanto el mejor aval para los populares pasa por ganar espacio y peso en Vigo y la Diputación era una fórmula ideal para levantar un contrapoder efectivo en una plaza inaccesible. Como apuntaba Maquiavelo, las decisiones políticas hay que valorarlas no por la satisfacción de los propios, sino por la reacción de los rivales. No digo más.