Extremadura nos dice

Con independencia de un triunfo del Partido Popular insuficiente para que su candidata pueda gobernar con soltura, las elecciones extremeñas han desvelado dos situaciones indiscutibles. Que el sanchsimo está irremediablemente desmembrado, en el ocaso y por completo ayuno de recursos, y que Vox avanza incontenible amenazando con trastocar el panorama político. En el primer caso, la ocurrencia de presentar como cabeza de cartel a un candidato con un historial tan lamentable como el de Miguel Ángel Gallardo, legitima la hipótesis de un partido quebrado y enfrentado, en situación de debilidad extrema, a su propio futuro. Una candidatura encabezada por un aspirante que a su espalda exhibe el lamentable comportamiento de vender a compañeros para salvarse a sí mismo y que su futuro está marcando por el mandato judicial que lo sienta en un banquillo, no es un candidato para recuperar un feudo perdido en el que el socialismo alcanzaba mayoría históricas si bien entonces sus candidatos eran personas de tanta solvencia, tanta grandeza y tanto talento gestor y político como los tristemente desaparecidos como Rodríguez Ibarra y Fernández Vara ante cuya memoria, la personalidad de Gallardo no solo no suma sino que inspira un sentimiento hostil que, por otra parte, no pareció inquietar a Sánchez al que solo ha guiado su deseo de minimizar con la legitimación de su elegido, el inquietante caso de su hermano David también amenazado de banquillo.

En cuanto al ascenso de Vox, bueno es reflexionar profundamente sobre el fenómeno y contemplar con inquietud el crecimiento de una opción de derecha extrema en lo que fue en su tiempo un inagotable feudo socialista. Se trata por tanto de un escenario que merece también una reflexión profunda partiendo del argumento de que los partidos radicales se conforman y crecen alimentados por el descontento y la frustración y se cuecen en caldos de cultivo que potencian el enfrentamiento y los comportamiento más primarios a la izquierda o a la derecha. Suelen ser efímeros pero con mucho peligro. Los extremismos medran y se nutren de desencanto e ira. El que siembra, recoge.