Enigma ETEA

Hace más de 20 años -lo típico de Vigo para cualquier obra- que la ETEA dejó de ser un recinto militar y fue adquirido por Zona Franca por 30 millones en 2002 -y vendida a la Xunta en 2008- para hacer algo. ¿Qué? No se sabía, salvo que debería ser un espacio abierto a la ciudad. La idea no cuajó y unos años después, con el bipartito en la Xunta, Emilio Pérez Touriño decidió que era una zona idónea para lo que denominó Ciudad del Mar, una base para buques oceanográficos y otros servicios complementarios. Tampoco funcionó y ya con Feijóo al timón se planteó que fuera un área urbana, con playa, y edificios de la universidad y de investigación e incluso viviendas. Y hasta hoy.

Han pasado muchos años y la ETEA sigue a medias, auque al menos funciona como esparcimiento para Teis, con una cala y bares. Pero los edificios por demoler siguen donde estaban y los que hay que construir ni se han iniciado. Hace unos días, renunció la empresa encargada de un derribo para el CSIC, lo que obliga a retomar todo el proceso. En cuanto a la urbanización, está previsto el inicio de la parte de la Xunta, pero queda la principal, pendiente del convenio a tres bandas entre el Gobierno gallego, Zona Franca y el Concello. Todo tan lento y complejo (e inexplicable), que echando un vistazo a la hemeroteca digital se pueden encontrar varios titulares sobre el “desbloqueo de la ETEA” a lo largo de los años. Y no ha sido así.

Mientras todo esto pasa, Manu Orío ha vuelto tras superar un pequeño problema de salud. Aunque queda raro hablar de un compañero, está en forma: afina en sus artículos mejor que nunca.