Fernando Ramos
La manipulación política de la denuncia contra Suárez
Dicen que es una mala noticia: el paro de los españoles registrados que buscaban empleo el pasado mayo cayó por debajo de la cifra mágica de los cuatro millones, los mismos que había en agosto de hace seis años, cuando subía y subía sin cesar.
No importa que haya más trabajo, que genera 3.863 parados menos cada día, ni que en el mismo mayo hubieran entrado en la seguridad social 198.004 empleados al amparo de la cercana temporada turística.
Es una mala noticia, dicen los sindicatos, la izquierda clásica y la chavista, e incluso Ciudadanos, porque se crea empleo de mala calidad, porque quien entra en el mercado laboral se encuentra mal pagado porque deberían valorarlo mejor.
Pero es que en España hay más economía poco productiva que de alto nivel: este es un país donde los grandes productores de trabajo, los servicios turísticos baratos, requieren mano de obra poco especializada, y con frecuencia inmigrante: esas labores suelen rechazarlas muchos desempleados españoles, incluso si no cobran desempleo.
También porque la gente busca empleo público en lugar de crearlo, o porque la globalización ha eliminado trabajos que elaboraban bienes y productos de uso diario, que sostenían a millones de trabajadores.
Estamos sometidos al darwinismo social y laboral: empezamos como amebas cobrando mínimos salarios, y sólo la evolución de los más dotados, sus mutaciones, mejoran el estatus.
Enormes masas de ni-nis, que creen que España es más rica que su mediocre realidad, y universitarios sin salida laboral, tras ignorar qué podían ofrecerle al mercado y este a ellos, llenan las bolsas de desempleados que rechazan empezar como amebas: esperan vivir de los salarios sociales universales que prometen los políticos chavistas.
Realmente, en España, o aceptamos empezar de amebas para evolucionar, o acabamos de parásito-bolivarianos.
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