Darwinismo en el IFEVI

Hace unos años hubo una auténtica explosión/pulsión por la apertura de dos tipos de recintos: los palacios feriales y los centros de interpretación. De entre los segundos me quedo con dos: uno en Porriño, sobre la naturaleza, en medio de As Gándaras de Budiño, donde se emplearon cientos de miles de euros en construir un edificio dentro de un proyecto que se quedó a medias y finalmente en ruina prematura porque no estaba claro cuál era la finalidad; otro en Villablino, en León, donde el Gobierno de turno cerró las minas y abrió un espacio dedicado al urogallo, ave que hacía más de un siglo de su desaparición del entorno. Echando un vistazo al buscador del ordenador se pueden descubrir cientos de centros de interpretación de todo tipo y condición, aunque algunos han acabado cerrando.

El darwinismo también puso las cosas en su sitio en los palacios de exposiciones, donde en Galicia se llegó al exceso. El premio al absurdo se lo llevó Silleda: en el medio de la nada, sin hoteles, ni dotaciones, con escasas comunicaciones, el Gobierno gallego -con dos presidentes distintos- construyó un recinto gigante para acoger una semana al año la Feria Verde y estar condenado al vacío el resto. Ahora se utiliza para hacer los exámenes de las oposiciones.

Vigo llegó algo tarde al reparto -nos quedamos sin centro de interpretación, aunque tenemos el Verbum- pero a cambio ha conseguido quedarse con el mejor de Galicia, dicho con datos objetivos encima de la mesa: es el que más eventos realiza, más visitantes recibe y mejores resultados económicos tiene, hasta el punto de autofinanciarse, siendo quizá el único que alcanza el equilibrio económico. Prueba de su éxito, siguiendo la lógica darwiniana, es que ha evolucionado, ampliando su superficie en varias ocasiones y adaptándose a las necesidades crecientes.