Cerqueira, último vestigio de la conserva en Vigo
La empresa acaba de cumplir 135 años con una producción de 40 millones de latas anuales, una facturación de 50 millones y más de un centenar de empleos
En la calle Tomás Alonso, muy cerca de la Praza da Industria, se encuentra la única fábrica de conservas de pescado que mantiene actividad en el centro de Vigo. Es Cerqueira, que acaba de cumplir 135 años en el mismo emplazamiento en el que comenzó hace más de un siglo con la marca Pay Pay como principal enseña.
De sus líneas de producción salen 40 millones de latas anuales de túnidos, cefalópodos y pelágicos, fundamentalmente sardina, calamar y atún, un volumen que la lleva a estar entre las 20 primeras de España. “Es una factoría rentable que tiene un mercado muy maduro. Se dice rápido, pero lleva aquí desde 1890", explica Manuel Aldao, gerente de la compañía, que apunta a un buen cierre de año. “Goza de buena salud, financieramente estamos bien, somos una de las conserveras que mejor ratio tiene entre facturación y beneficios”. Cerqueira Vigo registró en 2024 un volumen de negocio de en torno a 50 millones de euros y estima un crecimiento de un 10% para 2025.
El grueso de su negocio es el mercado nacional y la exportación representa entre un 12 y un 15% con ventas a países como Marruecos, Estados Unidos, Francia, Argentina, Costa Rica o Canadá con sus enseñas Pay Pay, Pay Pay Oro, Buenos Días y Ramona y las marcas blancas, a las que destina el 60% de su producción. “Ofrecemos una muy buena relación calidad-precio en nuestros productos”, explica Aldao, que ve en la anticipación la clave del negocio que pilota. “Anticiparse es muy importante, estar de manera permanente optimizando los procesos y haciendo un análisis de las circunstancias, de la evolución de los precios y sobre todo de la materia prima con la que afrontamos muchos problemas y contratiempos y es complicado hacer previsiones”, señala el directivo.
La nueva planta de Rianxo
Cerqueira tiene otra planta de producción en Rianxo, ultramoderna, en la que invirtió 30 millones de euros y con la que se coloca a la vanguardia de la industria de elaboración de productos del mar con la incorporación de tecnología, procesos sostenibles y automatización. “La de Vigo no tiene capacidad de crecimiento, aquí no se puede construir más, no hay posibilidades, pero es una planta rentable y lo que tenemos que hacer es lograr un buen engranaje con las dos". La compañía prevé que esta nueva factoría está plenamente operativa el próximo año con cuatro líneas de producción.
“Mantenemos nuestro compromiso con la calidad y el producto local y la tradición conservera gallega, que siguen siendo el corazón de todo lo que hacemos”, señala la empresa, que mantiene en Vigo su sede y una fábrica en la que genera 120 empleos.
En el centro de la ciudad
Cerqueira es a día de hoy la única conservera que mantiene producción en el entorno urbano de Vigo. También está Valcárcel (El Vigilante), pero en la zona portuaria de Bouzas, y son las dos únicas que lograron sobrevivir a la desaparición de la potente industria conservera que llegó a haber en Vigo con medio centenar de fábricas en los años 40 del siglo pasado. Fueron varias las empresas viguesas que se llevaron la producción fuera ante la imposibilidad de crecer aquí. Antonio Alonso (Palacio de Oriente) se trasladó a Bueu, Orbe se instaló en Ponte Caldelas y Conservas Albo se mudó hace unos años de Beiramar a la Plisan de Salvaterra-As Neves, donde tiene una macrofactoría de última generación, como hizo Cerqueira en Rianxo. La histórica Bernardo Alfageme (Miau) cerró hace más de una década.
Una empresa familiar bajo la marca Pay Pay
Cuatro generaciones de fabricantes sobre la playa de Coia. Así titula Xoán Carmona Badía, catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Santiago de Compostela, el apartado que dedica a los Cerqueira en su libro sobre las familias conserveras en Galicia publicado en 2011.
Fue en 1880 cuando Joâo Baptista Cerqueira Matos, comerciante portugués de joyería, llegó a Vigo. Casado con la viguesa Rosa Domínguez Mira, su primer negocio fue una pequeña fábrica de cal en la carretera de Baiona. “En el Vigo de la segunda mitad de la década de 1890 era difícil, para cualquier emprendedor, sustraerse al reclamo de los negocio de la pesca y la conserva”, relata Carmona en su estudio. Así fue como el empresario comenzó su actividad en el sector de la transformación de pescado, el origen de toda una dinastía industrial, la familia Cerqueira. Durante los primeros años se especializó en el enlatado de la sardina que vendía en el mercado exterior bajo el paraguas de marcas francesas. L'Union Ibérique fue la primera enseña que registró. Tiempo después llegaría Pay Pay o Ramona, que persisten hoy en día.
Más de un siglo después, la compañía sigue siendo cien por cien familiar con la cuarta generación al frente de la presidencia. Es la única empresa conservera que continúa en activo del grupo de pioneros que constituyó en 1904 la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas (Anfaco), con sede en el campus universitario vigués.
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