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CELTA
El Celta no gana para disgustos. Ayer, quedó eliminado de la Copa del Rey por un rival de Segunda División, el Mirandés, dando de nuevo la imagen de un equipo terriblemente frágil en lo futbolístico y en lo anímico. El enfermo no mejora.
Al Celta lo acecha su mala sombra. De entrada, los sentimientos más habituales son pesadumbre y temor. Su fútbol arrastra los pies. Decrece. Al Mirandés lo impulsa su ímpetu reciente. De entrada, siente ambición y optimismo. Su fútbol es eléctrico. Crece. La confluencia de ambos caminos ayer en Anduva propició un partido igualado en juego, aunque no tanto en sensaciones. Porque al equipo de Primera, con razón, se le exige más que al de Segunda. Y el equipo vigués no está acostumbrado últimamente a responder bien a las exigencias.
Con el partido liguero de Eibar en el horizonte, el técnico celeste, Óscar García Junyent, repitió la apuesta de los dos primeros partidos coperos: un once con muchos jugadores poco habituales y dos o tres titulares. Lo que más sorprendió de la elección, dando por hecho el debut del canterano José Fontán en el lateral izquierdo para que Olaza tuviese por fin un descanso, fue que Jorge Sáenz formó como mediocentro defensivo. En el equipo inicial, pues, cuatro centrales. Y en punta, Gabriel 'Toro' Fernández como referencia y Juan Hernández para dar impulso.
El Mirandés demostró desde el comienzo que no estaba dispuesto a conceder ningún tratamiento especial al Celta por el hecho de ser de Primera. Apretó arriba y dificultó enormemente la salida del balón de los célticos, que pasaron demasiados minutos moviendo el balón entre los centrales y el portero –ayer, Sergio– al no encontrar quien tomase el mando en el centro del campo para ser el siguiente escalón. Intentó hacerlo Sáenz, ya que Pape y Denis apenas lo intentaron. La cuestión es que en los diez primeros minutos mandó el conjunto local, con aproximaciones especialmente por banda izquierda, aunque la jugada de mayor peligro fue un eslalon del lateral diestro Alexander, pero su disparo de zurda encontró una buena intervención de Sergio.
Poco a poco, el Celta se fue asentando y el Mirandés reculó unos cuantos metros. Brais y Kevin aparecían por la banda derecha y Juan Hernández realizó un par de desmarques al espacio con criterio pero por el centro no aparecieron de nuevo ni Pape ni Denis para desequilibrar con sus pases. No hubo llegadas de auténtico peligro y el encuentro se equilibró.
Sobre ese alambre se movía sin grandes sobresaltos hasta que la negra sombra celeste apareció en un saque de esquina en contra. El balón quedó muerto al borde del área y el central local Odei enganchó un buen zurdazo hasta portería que golpeó en la mano de Brais. Matheus convirtió el penalti y convirtió el partido en la pelea de un no tan pequeño David con un no tan grande Goliat.
Pudo reaccionar, a nivel de marcador, el conjunto vigués enseguida con un par de remates de Toro. El Celta quiso hacerse dueño del partido y lo logró en la segunda parte, cuando ya la posesión fue suya. Pero seguía sin inquietar la portería de Limones y Óscar García Junyent comenzó a doblar la apuesta. Primero, Pione Sisto. Después, Iago Aspas. Y, por último, Rafinha Alcántara. Toda la artillería ofensiva para intentar la remontada. Comenzó a haber electricidad en los últimos metros y Denis Suárez pudo marcar justo antes de que lo hiciese Pione con un excepcional disparo desde el borde del área que buscó la escuadra. Y la encontró.
El Celta, plagado de atacantes, se la jugó a un partido abierto. Pudo marcar el Mirandés en la recta final –lo evitaron Sergio y Aidoo–, pero sobre todo pudo hacerlo el equipo vigués por número de llegadas. Aspas no acertó y el partido se fue a la prórroga con un equipo vigués netamente ofensivo.
La prórroga tenía color celeste. Por haber sido el equipo que venía de perder y porque al Mirandés parecía pasarle factura el esfuerzo realizado en la presión. El balón era del Celta, que maduraba el duelo sin prisa. Tal vez, con demasiada parsimonia.
Así se llegó al descanso de la prórroga y se inició la segunda. Hasta que un magno error de Rafinha, con pérdida en el borde del área y penalti consiguiente, envió al brasileño al vestuario con una cartulina roja directa. Sergio detuvo el penalti para dar una nueva oportunidad al conjunto vigués. Pero, al siguiente minuto, un rebote en el área dejó el balón muerto en su corazón para que Antonio Sánchez apuñalase. Pudieron empatar Sáenz y Araujo en esos cinco minutos que restaban. Pero al Celta le acompaña su mala sombra. La Copa ya es historia. Queda la Liga, la preocupante Liga.
Mirandés:
Limones, Kijera, Odei, Álvaro Peña (Antonio Sánchez min 100), Matheus (Marcos André min 68), Merquelanz, Malsa, Iñigo Vicente (Álvaro Rey min 59), Alexander González (Carlos Julio min 82), Guridi, Enriq Franquesa.
Celta:
Sergio Álvarez; Kevin Vázquez, Joseph Aidoo, Néstor Araujo, José Fontán (Lucas Olaza, m.105); Brais Méndez (Rafinha Alcántara, m.73), Pape Cheikh (Iago Aspas, m.66), Jorge Sáenz, Juan Hernández (Pione Sisto, m.56); Denis Súarez, Gabriel ' Toro' Fernández.
Goles:
1-0, m.28: Matheus (penalti); 1-1, m.76: Sisto; 2-1, m.114: Antonio Sánchez.
Árbitro:
Martínez Munuera (comité valenciano). Amonestó por el Mirandés a Kijera (m.36), Iñigo Vicente (m.45), Merquelanz (m.70) y Antonio Sánchez (m.116) y por el Celtaa Brais (m.28), Jorge Saenz (m.46), Fontán (m.99) y Iago Aspas (m.111).Expulsó a Rafinha por roja directa (m. 111).
Incidencias:
Partido celebrado en el Estadio Municipal de Anduva.
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