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Cuando el fútbol se dio vuelta, Borja Domínguez ya no estaba. La salvación del Coruxo de hace unos meses puso fin a una trayectoria de 15 años, que empezó en A Madroa y terminó en O Vao. Un círculo perfecto para un vigués. Su retirada fue silenciosa. Sin alharacas, sin fuegos de artificio. A juego con su carácter pausado y siempre práctico para coger las cosas como vienen. Y en paz. Con la tranquilidad de haberlo hecho lo mejor posible en una carrera que pudo ser aún mejor sin sus graves lesiones, pero que muchísimos futbolistas querrían para sí mismos. “Soy consciente de que soy un afortunado”, incide una y otra vez el ya excentrocampista.
Borja solo tiene 33 años y cuajó una buena temporada en su único año de verde. Cuando firmó, él ya sabía que iba a ser el último. “Para jugar bien tienes que tener pasión y divertirse. No quería engañarme a mí mismo”, reflexiona sobre una decisión más que masticada. De hecho, ya se encaminaba al retiro tras salir del Pontevedra. “El Coruxo fue un regalo”, sostiene Domínguez, agradecido por acabar en su ciudad y por cumplir objetivos. “No quería que me echara el fútbol. Quería irme yo. Lo conseguí”, apunta con humildad.
Atrás quedan once clubes. Desde el Celta, en el que empezó, a clásicos de Galicia como el extinto CD Ourense, el Racing de Ferrol, el Lugo o el Pontevedra, pasando por históricos del fútbol español como el Racing de Santander o el Real Oviedo. Suma seis cursos en Segunda con camisetas como la del Alcorcón o el Córdoba, experiencias en la antigua Segunda B, en Primera Federación y ahora, para acabar, en Segunda Federación. “Todos los caminos tienen baches y momentos álgidos. Yo he vivido los dos”, reconoce.
El vigués lo sabe bien. Se rompió dos veces el cruzado -uno en cada pierna- uando estaba a un nivel altísimo en Lugo y Alcorcón. Su pragmatismo le hizo seguir adelante y aún hoy lo acepta con naturalidad. “Sin esas experiencias, no sería quien soy hoy. Estoy orgulloso de cómo maduré”, recuerda Borja sobre esas lesiones. Como a todo, busca -y encuentra- lo positivo. “Sales del día a día y entiendes que hay más cosas. Te ayuda a empatizar con las personas que lo pasan mal”, sostiene. Pero la realidad es tozuda y el deporte de élite, al contrario que el amateur, no es bueno para la salud. Domínguez no tiene cartílago en la rodilla izquierda, con todas las complicaciones que eso implica para el día a día y en la larga vida que tiene por delante a sus 33 años.
“No suelo pensar en lo que pudo ser, las cosas han sido así y veo lo positivo; si no, viviría frustrado”
Aun así, el ya exfutbolista se mantiene en su enfoque práctico cuando confiesa que casi nunca ha pensado que lo que pudo ser. “Es que si lo haces, se sufre mucho. Es una manera de protegerme”, reconoce. “Claro que me habría encantado disfrutar de otra manera y haber tenido ese crecimiento que se esperaba de mí. Pero, por suerte o por desgracia, las cosas son así y yo trato de ver lo positivo. Si no, vivirías frustrado”, proclama en una valiosa lección de vida, mientras insiste en considerarse “un afortunado” por su carrera deportiva. “He visto compañeros míos con situaciones mucho peores que las mías. Sería egoísta quejarme”, enfatiza.
Y con ese sentimiento bien presente, Borja Domínguez se ha ido. Feliz, sin sentir que el fútbol le deba nada, pero también orgulloso, convencido de que él tampoco tiene deudas con la pasión de su vida. En paz. “He jugado en equipos históricos, he vivido en ciudades maravillosas y he conocido a personas increíbles”, proclama. “Me voy contento con lo que he logrado. Es mucho más de lo que imaginé cuando era pequeño”, concluye. Del Celta al Coruxo. Así, en su ciudad, cierra el círculo el centrocampista total vigués. Con cicatrices de por vida, pero contento. Y listo para seguir adelante, con el fútbol siempre cerca. Por eso no fue necesario que hubiera esa mirada del adiós entre los dos.
Hace unos meses que Rubén Blanco se decidió a tomar las riendas del Porriño Industrial como cabeza de un proyecto del que también forma parte Borja Domínguez. “La gestión de clubes me llama la atención”, explica el vigués, que en su día estudió ADE e hizo un Máster en Económicas consciente, ya desde muy joven, que ser futbolista no era para siempre. “Me metí con Rubén porque es muy amigo mío. Estamos intentando levantar al Porriño y hacer las cosas bien”, expone.
Y en ese camino de crecimiento están ambos, junto a otras personas, con el club louriñés, que actualmente tiene a su primer equipo en Preferente Autonómica. “Es difícil porque hay que tratar muchas cosas”, reconoce sobre este comienzo que afronta con ilusión. “Es una manera de intentar plasmar todas las cosas que hemos aprendido del fútbol”, destaca el ya exfutbolista y ahora gestor, encantado de compartir aventura con el guardameta mosense, muy involucrado con el deporte de la localidad, ya que hace años que colaboración el Balonmán Porriño. “Se merece todo ese cariño que le dan porque hace las cosas muy bien. Es una gran persona”, concluye.
Una carrera tan larga da para mucho, pero Borja Domínguez viaja inmediatamente a mayo de 2021 cuando se le pide recordar un momento señalado. El Lugo permaneció in extremis en Segunda en Vallecas. El vigués venía de recuperarse del cruzado y de romperse el menisco al poco de volver en un curso marcado por la pandemia y varios cambios de entrenador. Aún así, consiguió regresar y ser importante. “Pasar por todo eso y conseguir la salvación fue un premio. Volví a sentirme vivo en el mundo del fútbol”, recuerda. “Uno de mis mayores logros”, apostilla.
Kylian Mbappé dijo en una reciente entrevista que si no fuera por la pasión que siente por el juego, habría dejado el fútbol por todo lo que lo rodea. “Estoy bastante de acuerdo con él”, reconoce Borja Domínguez, que se reconcilió con su pasión en el Coruxo. “Me reencontré con una emoción que quizá no tuve en otros sitios por cómo está montado el negocio”, destaca el vigués, que explica que “nadie te explica los intereses” que se mueven en el mundillo. “El modelo del fútbol ha viajado hacia el capitalismo absoluto y nosotros somos piezas de ese engranaje. No hay nada más que eso”, concluye.
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