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Es agradable jugar un partido que no se retuerce sobre sí mismo. Y ganarlo. El Celtano se complicó un partido que era más que fácil. Bamba y Carles Pérez resolvieron con dos goles cada uno ante un Turégano amable. La Copa no lava la Liga, pero sí refresca la cara.
Se trataba de desempolvar sensaciones positivas, de volver a sentir que el marcador no es un territorio ignoto, de recuperar viejos hábitos de celebraciones. Todo sin perder de vista que el meritorio rival, el Turégano, es un equipo de sexta categoría que se contenta, con razón, con medirse cara a cara con un Primera División. En resumen, recuperar la sonrisa, al menos, por un minuto pero sin llegar a la risa.
Rafa Benítez, entrenador celeste, tiró de los menos habituales, como es preceptivo, y completó el once, curiosamente, con los tres futbolistas que más minutos acumulan esta temporada: Unai Núñez, Jonathan Bamba y Óscar Mingueza. Un conglomerado que debería de ser suficiente para mandar y ganar. Porque la distancia entre la primera categoría autonómica y la élite es inmensa.
Por una vez, el balón era más que claramente del Celta. El partido se convirtió enseguida en la búsqueda de caminos para romper el sistema defensivo del Turégano, incapaz de tener presencia incluso intermitente en la mitad del campo celeste. Bastó para ello un Unai Núñez despierto, atento a presionar y adelantarse a Alcubilla Jr, delantero local, para que éste no diese opción a segundas jugadas de sus compañeros.
Como cada vez que necesita crear -y más cuando Iago Aspas no está presente-, las miradas del Celta se giraron hacia Mingueza, quien era el inicio de todo. El catalán sabe que tiene esa cualidad que, hasta Girona, lo había situado entre los imprescindibles de Rafa Benítez. Él fue quien diseñó más intentos con el pase, mientras que por la izquierda Franco Cervi tiraba de conducciones para encontrar a un Jonathan Bamba con cara de decisivo e incisivo.
Lo mejor en esos casos para el equipo que es favorito de largo es que el marcador se convenza pronto de esa realidad. Y el Celta lo logró en una acción a balón parado, un saque de esquina que la defensa ni el portero del Turégano acertaron a despejar, permitiendo que el balón llegase a Bamba en el segundo plano. El franco-costamarfileño cruzó raso para hacer el primer tanto de la tarde.
Ya con el viento a favor, tocaba insistir. Lo hizo sin demasiado acierto el Celta, con Miguel Rodríguez perdido en regates a sí mismo, un Douvikas que no lograba hacerse fuerte entre los centrales locales y un Swedberg que sobrevolaba todo pero apenas picaba nada. En esa tesitura, los extremos opuestos del equipo vigués -el lateral derecho y el extremo izquierdo- eludieron pasos intermedios: Mingueza centró al área y Bamba volvió a marcar. A la media hora, el encuentro ya había perdido ese halo de posible peligro. Lo que restaba de primera parte vino a confirmar que Douvikas no iba a aprovechar los minutos. Al menos, de cara a portería. Erró solo ante el meta Álvaro con un recorte demasiado largo tras un buen pase de Swedberg y cruzó demasiado un cabezazo, éste sí dado con más intención pero con similar acierto.
Tras el descanso, Benítez puso a jugar a Carles Pérez, que reaparecía tras su nueva lesión. Así, Miguel pasó a la banda izquierda y acabó de apagarse. Pero el catalán sí podía explotar su velocidad. No de forma inmediata. Incluso, dio tiempo a que el Turégano dispusiese de lo más parecido a una ocasión que tuvo en todo el encuentro: una falta lateral lejana encontró el cabezazo de Carlos Cotrina, débil pero que obligó a Iván Villar a realizar su única parada del partido.
Realmente, nada había cambiado. Bueno, sí, algunos de los nombres de los futbolistas locales. El premio de jugar ante un Primera debía ser repartido. Aunque el marcador acabase inclinándose, irremisiblemente, hacia el lado del poderoso visitante.
El juego celeste se había afilado por la derecha con la presencia de Carles. Y ese arma fue utilizada con acierto en los dos goles que todavía le quedaban al partido. El futbolista catalán tuvo una feliz reaparición con dos tantos en el intervalo de 10 minutos entre el 60 y el 70. Ya todo estaba dicho. Apenas quedaba la aparición sobre el césped de los futbolistas del filial Hugo Álvarez y Javi Rodríguez, especialmente reseñable en el caso del segundo, que debutó con el primer equipo. El céltico que recordará este día.
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