Así será nuevo consejo del Celta: renovación total y más intervencionista

Marián Mouriño, presidente ‘de facto’ del Celta, tiene afán continuista en ciertos aspectos de la gestión realizada por su padre, Carlos Mouriño, pero también marca con claridad su propio estilo. La salida de Antonio Chaves de la dirección general, inesperada por la celeridad con que se produjo, adelantó el paso al primer plano de la heredera, pero su plan estaba diseñado en su cabeza desde hace tiempo. Se ha visto en los movimientos habidos en las diferentes parcelas de la entidad a nivel de directores, todavía no acabados, y se verá también en la renovación de la práctica totalidad del consejo de administración. Y en el papel que éste ejercerá.

Para el todavía presidente en ejercicio, que cederá el testigo de manera formal en la junta de accionistas del próximo mes de diciembre, el consejo siempre fue un órgano de mera representación sin ninguna capacidad de decisión y con limitada labor de consulta. En el inicio de la presidencia, incluso se decantó por figuras de toda Galicia para cubrir geográficamente la autonomía, quedándose cada vez más reducido el número de integrantes hasta llegar al mínimo exigido por los estatutos. Los actuales miembros, salvo Ricardo Barros por la relación de su familia con el accionariado del club, responden a ese perfil de representación (Carmen Avendaño, Fernando Rodilla, María José Táboas, Primitivo Ferro y Pedro Posada).

Marián Mouriño ya tiene en la cabeza los nombres de su consejo, que tendrá un papel mucho más intervencionista. No tanto en el apartado deportivo, pero desde luego sí en el empresarial. Sus integrantes tendrán más responsabilidad que la meramente derivada de representar al club y se confía en que aporten en la política expansiva de la entidad y, concretamente, en el proyecto Galicia Sport 360. Más que personas conocidas, se buscan personas con capacidad de influencia. La tarea es convencerlos para que se impliquen. Y dicen que la futura presidenta es muy persuasiva.