Jóvenes olvidados, sistema roto

El V Foro del Retail, según un informe de Deloitte, revela una realidad alarmante: el poder adquisitivo de los jóvenes españoles ha caído un 12% en tres décadas, mientras que el de los mayores ha aumentado un 40%. Este desequilibrio no es casual; refleja un sistema democrático que protege privilegios heredados y falla en atender las necesidades de las nuevas generaciones.

La clase política, centrada en sus propios intereses y luchas internas, ha mantenido políticas educativas y laborales obsoletas. Los jóvenes sufren empleos precarios, falta de oportunidades y una participación política mínima, que impide que sus demandas se traduzcan en cambios reales. Esto genera frustración y alimenta la radicalización social.

Peor aún, la inversión pública, financiada con impuestos, no retorna los beneficios sociales esperados. Los recursos no se traducen en educación de calidad, empleo digno ni oportunidades de desarrollo para quienes construyen el futuro. Mientras tanto, los mayores consolidan riqueza y estabilidad, y el sistema sigue favoreciendo intereses consolidados.

Es urgente un cambio profundo: educación adaptada al siglo XXI, empleo digno, acceso justo a la vivienda y un sistema político que incorpore de verdad a los jóvenes. La democracia no puede seguir siendo un club cerrado de privilegios; debe convertirse en un instrumento de igualdad y oportunidades para todas las generaciones.

No se trata solo de estadísticas. Estamos jugando con el futuro y con el relevo generacional, que ya presenta serios problemas en distintos sectores y cuya voz sigue sin ser escuchada.

¿Cuándo escucharemos de verdad a los jóvenes? Cuando interesa, los entornos de diálogo surgen de inmediato. ¿Por qué no ocurre así con sus demandas?

Ha llegado el momento de llevar la voz de los jóvenes al Parlamento español. ¿Los veremos en el atril del Congreso?

Pedro Marin Uson.