LA MASONERÍA SE HACE VISIBLE

Los masones buscan profanos

El exdiputado del PSOE José Vázquez Fouz.
photo_camera El exdiputado del PSOE José Vázquez Fouz.

La única logia existente en Vigo, Atlántica número 84, se abre a la sociedad y quiere captar nuevos adeptos para mantener viva la llama de una sociedad cargada de simbolismo y "discreta, que no secreta" 

nnnLa única logia regular que existe en la ciudad busca abiertamente nuevos miembros, o como dicen ellos mismos, profanos interesados en adentrarse en una sociedad con fama de secreta y que ahora sólo es discreta. Incluso en el Diccionario de la Real Academia han conseguido eliminar el oscurantismo que presidía a una agrupación que en España fue muy poderosa en el siglo XIX –hubo varios primeros ministros masones e ilustres militares, como el vigués Méndez Núñez- y que en el XX fue perseguida por el franquismo y la Iglesia. 
Todo eso es pasado y los masones, que en la II República llegaron a contar con tres logias en Vigo, cuentan desde hace diez años con una estable, pero poco numerosa denominada Respetable Logia Simbólica Atlántica número 84, sucesora de la primera que se abrió en la ciudad tras el franquismo, Renacimiento Olívico, ya desaparecida. 
Apenas veinte miembros, entre ellos su Venerable Maestro, que tal es su título, que ostenta Ricardo Aldao, quien no tiene inconveniente en dar la cara abiertamente para explicarse. Otra persona conocida que forma parte del círculo local es el antiguo dirigente socialista –exdiputado y exparlamentario europeo- José Vázquez Fouz, natural de Vilagarcía de Aroua, pero anotado en la logia viguesa, una de las pocas que existen en Galicia. Ambos pueden decir que son masones, pero en cambio está estrictamente prohibido que ellos a su vez hagan público quiénes  son sus camaradas. 

LAS TRES ETAPAS
Como son pocos, quieren abrirse algo a la sociedad, siempre dentro de su discreción, e incluso han puesto a disposición de toda la sociedad una dirección electrónica para quienes tengan curiosidad y algo más: [email protected]. Ahí podrán dirigirse los interesados, aunque eso sólo sería el principio del comienzo en una sociedad donde todo absolutamente guarda un ritual inamovible y  recargado que conlleva tres etapas: aprendiz, compañero y finalmente maestro, y a su vez distintos grados, hasta el 30-33, que son los máximos. 
El aspirante tendría que ser sometido a un examen concienzudo por tres masones donde deberá demostrar que es un hombre de bien y de reputación intachable. Después, su ingreso es sometido a la asamblea, donde necesita casi la unanimidad. 
Si supera ambas pruebas, todavía tendrá que pasar por la definitiva de iniciación, que incluye su estancia en una sala para meditar y la entrada en el templo con los ojos vendados como símbolo –otro más- de que pasa de la oscuridad a la luz. Y a partir de ahí, se inicia en sentido estricto, jurando no romper las normas del discreto grupo. Que no son pocas. Ni siquiera se puede decir abiertamente dónde está situado el templo de la logia viguesa, aunque Aldao indica que se encuentra “en el entorno” de la plaza de Fernando el Católico, donde se reúnen una vez por semana, en principio los sábados, sin faltar nada en el decorado, donde están las tres bases de la masonería simbólica: la Biblia, la escuadra y el cartabón. 
Una vez sentados en sus sillas de rojo, los hombres, porque la presencia de las mujeres continúa vetada en la masonería regular, inician el debate, con todos los masones con sus mandiles donde se indica su grado, siguiendo las viejas reglas de la Gran Logia de España-Gran Oriente Español, que es la rama más ortodoxa, de obediencia escocesa antigua.
"La idea, sí, es hacer cierto proselitismo y darnos a conocer", señala el Venerable Maestro de Vigo, quien aspira a tener una presencia como en el pasado, cuando hubo hasta tres logias en la ciudad, sobre todo en el período anterior a la II República y hasta el inicio de la Guerra Civil. 
Fue el mejor momento para la masonería, que se nutrió de hombres célebres y con peso en la sociedad. Destaca entre ellos a José García Barbón, auténtico prócer de Vigo, creador del edificio cultural que llevaba su nombre y sobre todo de la Escuela de Artes y Oficios, una obra muy masónica. n 

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